El nuevo Patriarca armenio católico nació el 24 de noviembre de 1946 en Beirut. Estudió en el Seminario Patriarcal de Bzommar y luego Filosofía y Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana . Realizó un curso de especialización en psicopedagogía en la Universidad Pontificia Salesiana. El 24 de junio de 1973 fue ordenado sacerdote como miembro del Instituto del Clero Patriarcal en Bzommar. De 1973 a 1982 fue párroco de la catedral armenia de Beirut, de 1982 a 1984 secretario del Patriarca Hovannes Bedros XVIII Kasparian, y de 1984 a 1989 encargado de la fundación del complejo parroquial de la Santa Cruz en Zalka, Beirut.
De 1975 a 1989 fue juez del Tribunal Eclesiástico de la Iglesia Armenia en Beirut. Enseñó liturgia armenia en la Universidad Pontificia de Kaslik de 1985 a 1989 y en 1989 fue trasladado a los Estados Unidos de América, donde trabajó durante un año como párroco en Nueva York. Posteriormente, hasta 2003, fue párroco de los católicos armenios de California, Arizona y Nevada.
Desde 2004 dirige Telepace Armenia, de la que es fundador. En 2005 fue nombrado exarca patriarcal de Jerusalén y Ammán para los armenios. El 24 de junio de 2011 fue nombrado Ordinario para los fieles católicos armenios de Europa Oriental, asignándole el Santo Padre la sede titular de Cesarea de Capadocia para los armenios y el título de arzobispo ‘ad personam’.
El Santo Padre Francisco con carta fechada al 23 de septiembre de 2021, ha concedido la ‘Ecclesiastica Communio’ que le ha sido solicitada en conformidad con el can. 76§2 del Código de Cánones de las Iglesias Orientales por Su Beatitud Raphaël Bedros XXI Minassian.
“La elección de Vuestra Beatitud - ha escrito entre otras cosas en su carta el Papa -, ha tenido lugar en un momento en el que las personas están especialmente probada por diversos retos. Pienso en los sufrimientos de Siria y del Líbano —países en los que está presente la Iglesia de Cilicia de los Armenios—, así como en la pandemia, que en muchas partes del mundo está aún lejos de ser superada. Todos los hombres de buena voluntad, especialmente los cristianos, están llamados a ser vecinos y hermanos, superando la indiferencia y la soledad. Incluso bajo los diluvios de la historia y en los desiertos de nuestro tiempo, podemos y debemos caminar hacia el Crucificado que ha Resucitado”.
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