Kampala – “Que nuestro deseo de una economía terrenal no sea a expensas de la economía espiritual”, ha declarado James Kakura James, seminarista ugandés, hablando sobre la reapertura de los lugares públicos y la permanencia del cierre de los lugares de culto en el país por la emergencia Covid-19.
“Las iglesias y las mezquitas han dado vida a la economía actual de Uganda”, dice la nota recibida por la Agencia Fides. “Hay muchos que se preguntan si los lugares de culto se consideran más vulnerables a la propagación del virus que los transportes públicos y los mercados, pero para nosotros, que conocemos el significado y el poder de la comunión, la oración en común y las reuniones de la iglesia, esta teoría no se sostiene - explica el seminarista -. Otros lugares se están reabriendo, no porque sean más seguros, sino porque se consideran indispensables para el futuro de la economía del país”.
Kakura explica que fueron los misioneros europeos, entre ellos los Padres Blancos, la Sociedad Misionera de San José de Mill Hill y los Misioneros Combonianos, quienes introdujeron la educación formal en Uganda a finales del siglo XIX. “No podemos olvidar la enorme contribución que la iglesia de Uganda ha hecho a la economía desde la llegada de los lugares de culto al país”.
«La educación formal fue iniciada por las confesiones religiosas para erradicar la ignorancia de la sociedad», reiteraron los obispos de Uganda en 1997. “Los misioneros fueron pioneros en la educación de los hijos de los dirigentes que luego se convirtieron en gestores al frente de la economía del país. Los mismos misioneros siguieron construyendo escuelas, hospitales y carreteras. Y por su parte - insiste el seminarista ugandés -, fueron los comerciantes musulmanes los que establecieron el comercio en Uganda y a ellos les debemos también nuestra economía”.
El papel fundamental de la Iglesia es la evangelización y la santificación del pueblo, y no hay que olvidar el papel de la religión en la formación de las conciencias. “Un pueblo ya santificado por la acción de la iglesia se convierte en un instrumento de paz y amor, en un factor central de crecimiento económico constante. Cualquier gobierno que quiera hacer crecer la economía debe primero santificar y formar la conciencia y la moral de su pueblo. Esto sólo puede hacerse a través de los sacramentos, que nunca pueden recibirse virtualmente”, explica Kakura. “¿Cómo se puede pensar en recibir la santificación que viene por el Bautismo, la celebración de la Eucaristía, la Penitencia o la Unción en la radio o la televisión? ¿Se puede transmitir la recepción de la Eucaristía por televisión? ¿Todo el mundo tiene radio, televisión o YouTube?” concluye el joven seminarista.
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