Cartagena – “Al igual que Jesús, la hna. Gloria estaba dedicando su vida a luchar contra la enfermedad, la injusticia y la marginación. Su testimonio misionero, en contextos como el de Malí, le ha provocado incomprensiones hasta llegar al ser secuestrada”. Así escribe el padre Rafael Castillo Torres, sacerdote colombiano de la Arquidiócesis de Cartagena y director del Programa de Desarrollo y Paz del Canal del Dique, recordando a la hermana Gloria Cecilia Narváez en manos de sus secuestradores desde el 7 de febrero de 2017 .
El 1 de julio de 2017, el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes , la rama de Al Qaeda con sede en Malí, África, había reivindicado el secuestro de la religiosa colombiana de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada .
“De ella sabemos, por el testimonio de sus hermanas, que está aceptando esta persecución con valentía, fiel al Evangelio”, escribe el padre Rafael, recordándola entre los 340 millones de hermanos en la fe perseguidos en todo el mundo. “La hermana Gloria Cecilia ha sido capaz de ofrecer su vida a cambio de otra hermana menor, superando los miedos y no huyendo de las amenazas. Es un testigo de la misión evangelizadora”.
A pesar de la difícil situación en Malí, las hermanas han seguido reafirmando su opción misionera anunciando claramente su mensaje. El sacerdote colombiano recuerda que “el encarcelamiento de la hermana Gloria confirma que quienes seguimos a Jesús descubrimos el Misterio último de la realidad desde su amor y su extrema entrega a los seres humanos. En este encarcelamiento, los creyentes ven a Dios mismo identificado con la hna. Gloria Cecilia, pero también con todos los que sufren. Este es el Dios que clama contra la injusticia y perdona, aunque parezca increíble, a todos los verdugos de todos los tiempos. Este es el Dios en el que todos los cristianos creen, confían y esperan. Nada lo detendrá en este esfuerzo por salvar y cuidar a todos los que le han sido confiados”.
Ante el drama de la religiosa de Nariño, secuestrada mientras realizaba su misión en Karangasso, Malí, la persecución de tantos hermanos y las iglesias quemadas y destruidas, el P. Rafael insta a todos a perseverar en la oración por los perseguidos, recordando siempre que Jesús dio su vida en la cruz. El sacerdote nos invita a permanecer atentos a la llamada del Señor para acoger a nuestros hermanos necesitados de ayuda, y a reconocer que el rechazo del Evangelio se manifiesta hoy también en una violencia ciega contra la conciencia del ser humano.
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