Copenhague – “Además de los fieles daneses, mis feligreses vienen prácticamente de todo el mundo, de países como Vietnam, Japón, Filipinas, India, Sri Lanka, Malasia, Nigeria, Burundi, Somalia, Irak, Líbano, Polonia, España, Italia, Inglaterra, Noruega, Lituania, Brasil, Colombia, México, Ecuador, Estados Unidos… ¡Puedo decir que mi iglesia es católica!”, explica en una entrevista con el Director de la Agencia Fides, el padre Dinh Anh Nhue Nguyen, el padre Samuele Lando, sacerdote italiano que lleva años cumpliendo su misión en Dinamarca. Perteneciente al Camino Neocatecumenal, el padre Lando tiene un hermano también misionero, el padre Matteo, párroco en la isla de Djerba, en Túnez.
Actualmente el padre Lando es párroco en la iglesia de Saint Canute Lavard, que se encuentra en la ciudad de Kongens Lyngby, al norte de Copenhague. “El territorio de mi parroquia comprende más o menos cinco municipios, lo que supone unos 200.000 habitantes, de los cuales 2.600 son católicos ”, dice el sacerdote. “Cerca de la iglesia hay una escuela primaria católica, que tiene 220 alumnos, 70 de ellos son católicos. En el territorio que comprende la parroquia también hay dos conventos de monjas, benedictinas y de la Preciosísima Sangre, dos monjes benedictinos ancianos, que conviven con las monjas benedictinas, el seminario diocesano Redemptoris Mater, donde me formé, y la iglesia donde está la comunidad caldea”.
El padre Lando explica que en la parroquia es el único sacerdote, pero no está solo. “Gracias a Dios tengo como ayuda a un seminarista de mi propio seminario, Livio, también de Piamonte, que ha terminado sus estudios y se prepara para el diaconado. Creo que estar solo en la parroquia sería imposible,” subraya el sacerdote. “Vivir juntos no siempre es fácil, pero tiene sus ventajas. Jesús mismo dice que donde dos o tres están reunidos en Su nombre, Él está presente. Con él todo es posible”.
Dinamarca también experimentó el confinamiento causado por la pandemia. “Cuando la pandemia comenzó seriamente, en marzo de 2020, yo había sido párroco durante poco más de seis meses en Ringsted, en una pequeña iglesia en el centro de Sjælland, la isla en la que se encuentra Copenhague”, recuerda el padre Lando. “El año anterior el obispo me había concedido un año sabático y me dispuse a evangelizar con un grupo de catequistas responsables de la zona de Caserta en Campania. De vuelta en Dinamarca, vivía en Roskilde, a media hora en coche al norte de Ringsted, para no estar solo y vivir con otro sacerdote, y también servía como pastor asistente en Nestved, a media hora en auto al sur de Ringsted donde ayudaba al párroco que es mayor”, cuenta.
Recuerdo que tuvimos que cerrar la iglesia y de repente ya no fue posible reunirse o visitar a la gente. Solía ir a Suecia una o dos veces por semana para celebrar con mi comunidad neocatecumenal. También teníamos planes de comenzar la catequesis para adultos en la parroquia de Vår Fralsare en Malmo. Todo quedó suspendido o cancelado”. Pero padre Lando no se desanimó porque, dice, ayudado por algunos feligreses, inspirándome un poco en el cardenal Van Tuan cuando estaba en prisión, comencé entonces a escribir una homilía todos los días sobre el Evangelio de la misa del día. Luego las subí a la web de la parroquia, para no perder totalmente el contacto entre nosotros”.
Una perseverancia que siempre acompaña al padre Lando porque todos los días la mayor tentación es abandonar todo e irse de Dinamarca: “Por eso creo que seguir evangelizando en estas tierras significa, ante todo pedir al Señor todos los días la gracia de no huir y no perder la esperanza ante el fracaso”. El ejemplo para el sacerdote Sant'Ansgar , el primer evangelizador en estas tierras que no tuvo mucho éxito y encontró muchas dificultades. Pero el Señor le habló y le dio valor: “¡No te preocupes, yo corregiré todos tus errores!”. Sant'Ansgar tuvo paciencia y continuó su misión sin preocuparse por el éxito. ¡Creo que el Señor me está llamando a mantener esta misma esperanza!”, concluye.
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