Mogadiscio - Primero la sequía, luego las inundaciones, ahora las langostas. Somalia no tiene paz. En seis meses, el país se ha visto abrumado por tres desastres que han puesto de rodillas a la economía local y, en particular, a la de las regiones del sur. La población está agotada: con estas palabras lanza la alarma Mons. Giorgio Bertin, obispo de Djibouti y administrador apostólico de Somalia.
El otoño pasado, las langostas nacieron y se reprodujeron muy rápidamente en Yemen. Favorecidas por la ausencia de una autoridad estatal que pudiera implementar acciones para la destrucción de las larvas, estas desarrollaron y crearon enormes enjambres. Desde la Península Arábiga, los enjambres, favorecidos por las condiciones climáticas, se han trasladado al este de África.
“Por lo que he podido observar y escuchas en nuestras cuatro misiones - explica Mons. Bertin -, las langostas han transitado por Djibouti. Aterrizando 'para recuperar el aliento'. Han provocado algunos daños pero, en general, no han sido graves. El problema es que continúan su carrera hacia el sur. Golpeando el sur de Etiopía y Somalia y el norte de Kenia".
“La propagación de las langostas es un fenómeno grave”, señala el obispo. “Todas las naciones del Cuerno de África han puesto en marcha medidas para combatir su expansión. Sin embargo, en Somalia, todo es más complicado. Aquí las instituciones estatales y regionales solo existen en el papel. Las autoridades no toman decisiones o no pueden hacerlo debido a la inestabilidad causada por los constantes combates. Las poblaciones más pobres son las que pierden la mayoría de ellas y no pueden hacer nada frente a la sequía, las inundaciones y las langostas".
La FAO, la organización de las Naciones Unidas que se ocupa de la alimentación y la agricultura, estima que los insectos ahora son alrededor de 200 mil millones y su número puede aumentar a 500 mil millones en junio. "Esta es la peor invasión de Etiopía y Somalia en los últimos 25 años, mientras que para Kenia el último episodio de esta magnitud data de hace 70 años", explican expertos de la FAO. "La seriedad de la plaga de langostas - continúa la organización -, se ve amplificada por el hecho de que está afectando los cultivos y las tierras de pastoreo en áreas que ya padecen a nivel alimentario, sujetos a sequías, fenómenos torrenciales e inestabilidad política".
En 2018, las bajas precipitaciones en Somalia causaron una sequía severa que arrasó con los cultivos y exterminó el ganado. Las comunidades locales se vieron obligadas a vender sus productos y pedir prestados alimentos y dinero para sobrevivir. Más de 6 millones de personas han tenido que lidiar con el hambre y la caristia.
En otoño del año pasado, la lluvia provocada por los monzones alcanzó una violencia sin precedentes. Las fuertes lluvias a fines de octubre causaron graves inundaciones, con más de 270 mil personas desplazadas y daños a las granjas ganaderas. La región más afectada fue la de Hiiraan, donde muchas personas tuvieron que abandonar sus hogares para buscar refugio en las zonas más altas. Se produjeron docenas de muertes y cientos de heridos. Ahora han llegado las langostas. Según la FAO, al menos un millón de personas en Somalia ya están bajo una grave inseguridad alimentaria y al menos 2.8 millones están en riesgo.
Publicar un comentario