Nagasaki – Los misioneros que llevaron el Evangelio a Japón no pusieron en peligros sus vidas “solo para anunciare a Cristo como un extraordinario sabio o un guru de la vida moral, o como promotor de bienestar social”. Ellos estaban dispuestos a sacrificar su propia existencia solo porque querían dar a conocer “el misterio de Jesús, Hijo de Dios, que ofrece su vida para rescatar al hombre de su soledad existencial, de la pobreza del pecado y de las esclavitudes que lo humillan”. Lo ha recordado el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, durante la homilía de la misa que ha celebrado la tarde del martes 19 de septiembre en la Catedral de Nagasaki, durante su tercer día de su visita en tierra japonesa. “Tras varias décadas desde que el Evangelio fue traído a Japón”, ha observado el Prefecto de Propaganda Fide en la homilía, “hoy vemos un peligro, es decir el de relativizar tanto la misión de la Iglesia de traer el Evangelio, como la misma persona de Cristo. Por ejemplo, se prefiere hablar de Cristo como un sabio que muestra una regla de vida justa, o una buena persona que ayudaba a los pobres y marginados de la sociedad de su época. Tratando de ver la figura de Cristo como un filántropo humano, se corre el peligro de percibir la misión de la Iglesia como una gran organización humanitaria mundial”.
Las obras caritativas y la difusión de las enseñanzas morales -recuerda el cardenal- son manifestaciones indispensables de la vocación misionera de la Iglesia, pero no pueden separarse de su fuente. “Si reflexionamos sobre la historia de más de cuatro siglos después de la llegada de Francisco Javier a Kagoshima, - ha dicho el Prefecto del Dicasterio Misionero, refiriéndose al primer desembarco de la proclamación del Evangelio en suelo japonés - comprendemos que para este gran misionero anunciar el nombre de Jesús en Japón, respondía al profundo deseo de traer a esta tierra el anuncio del amor y la compasión de Dios, porque el pueblo japonés, aunque noble y educado, estaba desprovisto de la revelación de Dios”.
El Cardenal Filoni ha añadido: “hoy también estamos llamados a una gran misión a través de esta humanidad pobre, sufriente y humillada por el odio, la envidia, el aborto, las guerras más atroces, la violencia contra los pobres, la droga, la dependencia mortal del éxito y del dinero” .
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