Roma – “La situación en Marawi es crítica, pero tenemos la esperanza de que terminará bien. Tenemos noticias alentadoras, sabemos que nuestros rehenes católicos están vivos y el ejercito a garantizado que no serán tratados como "daños colaterales", sino que harán todo lo posible para salvarlos. El presidente Duterte también ha dicho que la mezquita no será bombardeada, ya que en ella están los pocos rebeldes y rehenes que quedan.
Nosotros seguimos orando y esperando”: dice a la Agencia Fides Mons. Edwin De La Peña, Obispo de la Prelatura Territorial de Marawi, en la isla filipina de Mindanao, explicando la situación local, mientras el ejército filipino sigue sitiando una pequeña porción de territorio de la ciudad, ocupada hace más de tres meses por militantes yihadistas que se han proclamado leales al Estado Islámico. El Obispo señala: “Incluso en esta situación de dolor y destrucción, con fe podemos decir que el futuro de Marawi será bueno, porque todos juntos, musulmanes y cristianos, con la ayuda de muchos donantes internacionales, reconstruiremos la ciudad y su tejido social de armonía y solidaridad interreligiosa”.
El Obispo está entre los firmantes de una declaración solemne titulada “Un grito de paz para Mindanao”, escrito al final de una reunión promovida de la Comunidad de San Egidio en Roma, en presencia del Cardenal Orlando Quevedo, Arzobispo de Cotabato, y de Al Hajj Murad Ebrahim, presidente del "Moro Islamic Liberation Front", Movimiento Islámico presente en Mindanao.
El texto denuncia la “impotencia e indignación”, mientras que en Marawi, “el número de muertes de civiles y combatientes está aumentando diariamente”, y se señalan tres desafíos relacionados con la paz en Mindanao: “Extremismo violento y terrorismo; las incertidumbres sobre la aplicación del proceso de paz político; el papel crucial de los líderes religiosos y de las comunidades en la reconstrucción y el desarrollo de Marawi”.
Los líderes cristianos y musulmanes de Filipinas reiteran que “el conflicto de Marawi no es una guerra religiosa; es una guerra contra el terrorismo y el extremismo violento” y recuerdan “las muchas historias de asistencia mutua entre musulmanes y cristianos”. Luego invitan a promover “la inclusión de la educación para la paz en todos los niveles en nuestras escuelas, madrazas y comunidades”, comprometiéndose a “construir una cultura de paz basada en la integridad personal, el respeto a los derechos humanos, el diálogo intercultural, sobre el cuidado del medio ambiente, sobre la coexistencia pacífica y la erradicación de la pobreza”. Por último se hacen promotores del diálogo interreligioso, “como medio de entender y apreciar otras culturas y religiones, y de mejorar la cooperación”.
En la conclusión, la declaración insta a los legisladores y al gobierno a “dar prioridad a la Bangsamoro Basic Law, la ley marco que establece una nueva región musulmana autónoma en Mindanao.
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