Cochabamba – “No vamos a poder construir una Bolivia para todos, sin caminar juntos. El proyecto de una Bolivia en progreso y justicia, tan deseado y tan necesario, no se logrará imponiendo, no se logrará jamás por la fuerza, solo se logrará con las armas del diálogo, la escucha mutua y la paz”, dijo con fuerza Mons. Aurelio Pesoa, Obispo del Beni y Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana , durante la misa celebrada este domingo 14 de noviembre, en la Catedral de la Archidiócesis de Cochabamba, en la Jornada mundial de los Pobres.
En su homilía Mons. Pesoa recordó que “no solamente es pobre el que padece tantas necesidades materiales, sino aquel que se encierra en su propio yo de manera egoísta”, y reiteró la necesidad de encuentro y reconciliación que existe en el país.
Con Monseñor Pesoa concelebraron entre otros Mons. Ricardo Centellas, Vicepresidente de la CEB y Mons. Giovani Arana, Secretario General de la CEB, también recién elegidos por la 109ª Asamblea de la Conferencia Episcopal Boliviana, que se celebra en Cochabamba del 11 al 16 de noviembre . Y Mons. Angelo Accattino, Nuncio Apostólico.
Comentando las lecturas bíblicas de la mida, el obispo de Beni subrayó que “en los conflictos sociales que estamos viviendo estos días en nuestra patria Bolivia, se escuchan amenazas, palabras que incitan a la violencia”, y reiteró la invitación al “diálogo con todos, a escuchar al otro, porque la Bolivia justa que queremos no se impone por parte de unos a otros, sino que se consensua, se dialoga, se construye con la participación de todos, en un verdadero estilo democrático”. Y luego continuó diciendo: “La democracia es la primacía de las leyes y no la imposición del poder, por más legítimo que este sea. Para eso las leyes deben ser aceptadas en un verdadero diálogo participativo y creador del consenso”.
El pasaje del Evangelio de San Marcos del día anuncia el fin del mundo visible, y Mons. Pesoa exhortó a “fundamentar la propia vida, la existencia, es Jesucristo, el único que perdura más allá de la inestabilidad del mundo presente” y a comprometerse apasionadamente en la construcción del Reino, "en la construcción de una sociedad justa y fraterna, una sociedad sin excluidos y descartados del progreso". Añadiendo que “los pobres son los que más han sufrido por la pandemia que estamos padeciendo todavía, los enfermos, los que han perdido a sus seres queridos, familiares y amigos, los que han quedado sin trabajo, los que estos días buscan con esperanza que haya una mayor justicia, los injustamente encarcelados. Qué importante sería acercarnos a ellos y dialogar con ellos y enriquecernos de su experiencia, en lugar de descalificarlos o despreciarlos”.
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