Niamey - "Es la primera vez que colocan un artefacto explosivo en la carretera que lleva de Niamey a la frontera con Burkina Faso. En la explosión murieron al menos tres personas y varias resultaron heridas, algunas de ellas de gravedad. También fue destruida una camioneta que pertenecía a los soldados que se dirigían a Makalondi para ayudar a sus compañeros en apuros". El padre Mauro Armanino, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas, vuelve a escribir a la Agencia Fides sobre otro ataque cerca de la diócesis de Niamey.
El episodio al que se refiere el misionero ocurrió el sábado 27 de noviembre y, al parecer, "impidió al párroco y a los religiosos visitar y consolar a los numerosos fieles de la parroquia de Makalondi". La celebración del primer domingo de Adviento fue dirigida por los catequistas y animadores de la comunidad, sin ellos".
Las comunidades cristianas de las aldeas, aunque no son las únicas que pagan en términos de amenazas e intimidaciones a causa de su fe, son atacadas con frecuencia. La diócesis de Niamey se esfuerza por garantizar la alimentación y los gastos de escolarización de los alumnos de primaria de los sectores de Makalondi y Torodi, a menos de 100 kilómetros de la capital. "Los desplazados de las aldeas de la parroquia del P. Pierluigi Maccalli, secuestrado y luego liberado , se están vaciando y los niños se ven obligados a interrumpir sus estudios o a ir a otro lugar para continuarlos", explica el misionero.
Un convoy militar francés fue bloqueado en la ciudad burkinabé de Kaya en su ruta de Costa de Marfil a Mali por cientos de manifestantes enfadados por el fracaso de las fuerzas francesas en la contención del terrorismo. Con el telón de fondo del sentimiento antifrancés que se ha extendido de Malí a Burkina Faso y, al menos en parte, a Níger, se teme que se produzcan nuevas amenazas para los agricultores y, en particular, para las jóvenes y frágiles comunidades cristianas. "El uso de artefactos explosivos improvisados a lo largo de la carretera que conduce a la frontera es un hecho nuevo y preocupante de la creciente capacidad de los grupos armados para sembrar la muerte y la desolación", subraya el padre Armanino.
“En la otra zona afectada de la diócesis, en Dolbel, hace unos días los grupos armados derribaron una torre de telefonía móvil. El miedo crece entre la población, que se siente cada día un poco más abandonada. Ahora parece ser el momento de levantarse y mirar hacia arriba, porque está cerca la esperanza del difícil camino hacia la frontera”.
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