Quito – “Como Pastores de la Iglesia en Ecuador, deseamos hacer un llamado a los hombres y mujeres de buena voluntad a valorar la vida humana, a tomar conciencia de que el ser humano no es un objeto desechable o descartable, algo que se puede usar y botar. Si somos conscientes de la dignidad de la naturaleza humana, tendremos la certeza de que el corazón de las personas e instituciones no puede corromperse. Este llamado se extiende también a las autoridades que tienen la responsabilidad de buscar la paz social como base para el progreso económico”.
En un comunicado emitido por el Consejo Presidencial de la Conferencia Episcopal de Ecuador, titulado « ¡Cese la violencia!», los obispos hacen oír su voz, “como creyentes en el Dios de la vida”, tras los trágicos sucesos ocurridos en el centro penitenciario de El Litoral, en Guayaquil, donde el 30 de septiembre murieron 116 reclusos y otros 80 resultaron heridos en enfrentamientos con armas de fuego entre bandas rivales dentro del propio centro penitenciario. Así lo anunció el presidente de la República, Guillermo Lasso, quien se trasladó a la ciudad portuaria tras declarar el estado de emergencia de dos meses para todo el sistema penitenciario del país.
En el Ángelus del domingo 3 de octubre, el Papa Francisco también llamó a la oración con estas palabras: “Me ha entristecido mucho lo que ha sucedido en los pasados días en la cárcel de Guayaquil, en Ecuador. Una terrible explosión de violencia entre detenidos pertenecientes a bandas rivales ha provocado más de cien muertos y numerosos heridos. Rezo por ellos y por sus familias. Dios nos ayude a sanar las llagas del crimen que esclaviza a los más pobres. Y ayude a cuentos trabajan cada día para hacer más humana la vida en las cárceles”.
En su comunicado, los obispos subrayan que el elevado número de víctimas no puede dejar indiferente a la sociedad: “Cada existencia destruida es un campanazo a nuestras conciencias, para reflexionar sobre qué mundo estamos construyendo, qué sociedad queremos: la de unos enfrentándose a otros o la de la unidad en la búsqueda de un bien para todos, sin dejar a nadie en el camino”.
En particular, dirigiéndose a quienes han participado en esta masacre, los obispos piden “que cesen la violencia y el mercado de la muerte; y que conviertan sus armas en arados y las balas en semillas de vida”.
Después de expresar su simpatía y solidaridad con las familias de las víctimas, “para que vivan estos momentos de duelo con fe y paz y puedan perdonar a quienes acabaron con sus existencias”, los obispos proponen a toda la comunidad católica, a los cristianos y a las personas de buena voluntad, “un compromiso concreto y urgente”: el mes de octubre y, de una manera especial, el día de los difuntos, el próximo 2 de noviembre, se realizarán jornadas de oración y reflexión sobre el valor de la vida humana en todas sus expresiones. “Queridos hermanos – concluyen -, les invitamos a construir una cultura de paz, basada en la justicia, el amor, la equidad y la solidaridad”.
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