Ciudad del Vaticano - "El encuentro con Dios, que ha tocado nuestros corazones y ha hecho obras maravillosas, no se puede guardar para nosotros. Como hicieron los apóstoles, también nosotros debemos compartir el amor que hemos experimentado. Lo que hemos recibido de Dios es un regalo para los demás. Y cuanto más la compartamos, más crecerá nuestra fe. Si lo guardamos para nosotros, se debilita con el tiempo. Si lo mantenemos en un grupo pequeño, se convierte en la cuestión de una élite. Los misioneros se inspiran en el amor de Dios para salir de sí mismos, de sus miedos, para llegar a todas las naciones, geográficas y existenciales. Por una razón fundamental: la gratitud. Son personas agradecidas”, así lo ha dicho el cardenal Luis Antonio Tagle, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, al hablar en la presentación de la Jornada Mundial de las Misiones, celebrada hoy, 21 de octubre, en el Vaticano.
El cardenal Tagle ha comentado el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones, titulado “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” , tomado de los Hechos de los Apóstoles. Y ha comentado al respecto: “Observando el episodio de Pedro y Juan, relatado en los Hechos, podemos preguntarnos: ¿cuál es el secreto del celo misionero de los apóstoles? Es la experiencia del amor de Dios en Cristo. Experimentaron la amistad con Jesús, vieron cómo Jesús vivía y compartía su vida. La experiencia profunda de Jesús lleva a un ‘estado de misión’ en el que la misión es un reflejo de gratitud, no una carga o incluso un acto meramente funcional o pragmático. Es una expresión de alegría y gratitud a Dios por las cosas maravillosas que ha hecho por nosotros. Habiendo visto y experimentado todo esto, los apóstoles son misioneros de la compasión y la esperanza”.
El prefecto de Propaganda Fide ha subrayado además, que “la espiritualidad y el encuentro con Dios son la fuente del misionero, que siempre está enraizado en Cristo”. Este último narra “una historia de amor, vivida con Jesús, y lleva la compasión de Cristo al mundo”. Refiriéndose luego a los desafíos misioneros en el mundo y la sociedad de hoy, el Cardenal ha dicho que “como dice el Santo Padre, el encuentro con Cristo y su Evangelio genera apertura y comunión hacia el prójimo: la experiencia de Cristo no construye muros, separándonos de los demás, sino que nos empuja hacia los otros con alegría, no como conquistadores en un sentido triunfalista, sino en el sentido de compartir la bondad de lo que hemos visto, oído, experimentado. Debemos recuperar este aspecto: la misión está en el corazón de todos nosotros, cada bautizado es un misionero del Reino de Dios, la misión es una llamada para todos los bautizados”.
El cardenal ha remarcado la labor de evangelización en diversas zonas del mundo como Asia, de donde él mismo procede, donde los cristianos son una pequeña minoría, destacando lo valioso que es “la relación personal, el anuncio y el compartir la fe de persona a persona”; finalmente, refiriéndose a la evangelización en contextos de antigua tradición cristiana como Europa, que están viviendo tiempos de “descristianización”, el cardenal ha comentado que “ante todo hay que rezar porque la fe es un don del Espíritu Santo”. El Evangelio nos enseña a amar, incluso en los pequeños gestos cotidianos y en las cosas pequeñas. No hay que minimizar los pequeños gestos de amor, un simple gesto de amor evangeliza”.
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