Manila – “Mi memoria me dice que hemos caminado todos juntos, hemos caminado con el Señor y con la Virgen durante los últimos 500 años. Mi memoria me dice que, efectivamente, hemos sido bendecidos con dones para poder compartirlos ahora. Esto nos da esperanza para nuestro futuro”: con estas palabras Mons. Rómulo G. Valles, Arzobispo de Davao y Presidente saliente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, se ha despedido de los obispos reunidos en la 122ª Asamblea Plenaria que se está celebrando en Manila. El Arzobispo también ha saludado al nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas , Mons. Pablo Virgilio David, obispo de Kalookan, de 62 años, hasta ahora vicepresidente de la Conferencia, donde también dirigía la Comisión Episcopal de Apostolado Bíblico. Personalidad conocida por su compromiso social y la defensa de los pobres y los últimos, David recibió en 2019, el "Premio Bukas Palad", otorgado por la Universidad "Ateneo de Manila", dirigida por los jesuitas, "por su servicio a los pobres y por su valentía al denunciar el mal de la injusticia y la violencia".
Monseñor Valles, en el mensaje de conclusión de su mandato, recibido en la Agencia Fides, ha señalado: “Los años 2020 y 2021 estarán y quedarán fuertemente grabados en nuestra memoria como tiempos de oscuridad, miseria y sufrimiento, tiempos de terribles enfermedades y muertes. Nos preocupa saber que algunos obispos se han visto afectados por Covid-19, y nos entristece profundamente que algunos sacerdotes y religiosos hayan perdido la vida, un gran sufrimiento para todos, pero especialmente para los más pobres y vulnerables”. “Pero nos decimos a nosotros mismos y a nuestra gente – ha afirmado-, que nuestra memoria no es simplemente todo muerte y sufrimiento. Con fe, hemos rezado. En la fe, no hemos olvidado que pertenecemos a la familia de la Iglesia. En la fe, nos hemos esforzado por hacer buenas acciones, especialmente para los más sufrientes entre nosotros. En la fe, nos hemos dado cuenta de la presencia de Dios en medio de nosotros”.
Además, el Arzobispo ha recordado que el Papa Francisco ha invitado a todos los fieles del mundo a rezar a la Virgen María, pidiendo el fin de la pandemia. “En nuestras liturgias, particularmente en la Eucaristía, hemos creído en la presencia y el acompañamiento constante del Señor en estos tiempos difíciles. En el sacramento de la reconciliación, en el sacramento de los enfermos, por muy difícil que sea celebrarlos, hacemos experimentar a nuestro pueblo la misericordia y el perdón y el consuelo sanador del Señor. Hemos mantenido vivo su amor”.
En este tiempo difícil, ha proseguido el prelado “celebramos y recordamos el inicio de los 500 años de cristianismo en Filipinas”, mientras que en el sufrimiento, “el Santo Padre nos ha donado la figura consoladora de José, proclamando el Año de San José”. El pasado 12 de junio, “condujimos a nuestro pueblo a realizar el Acto de Consagración a la Virgen, recordando que somos realmente un pueblo que ama a María, porque efectivamente, creemos que es nuestra Madre”.
Mirando al pasado, concluye el arzobispo Valles, “confiamos en el futuro. Podemos cantar con el salmista que dice: 'Aunque camine por el valle de las tinieblas, no temeré ningún mal'”.
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