Roma - Por segundo año consecutivo, la misión itinerante de las Hermanas Misioneras Scalabrinianas se ha puesto en marcha en la isla de Lesbos para ayudar y apoyar a los miles de refugiados que llegan de Oriente Medio y África en busca de esperanza y salvación en Europa . También esta vez, la iniciativa es posible gracias a la colaboración entre las religiosas y la Comunidad de San Egidio, y a un entendimiento que está llevando a la activación de una serie de iniciativas en Italia y en el resto del mundo. La misión de Lesbos es una de ellas y la Provincia Europea de las Hermanas Scalabrinianas es la protagonista.
“La acogida y la disponibilidad de la Comunidad de San Egidio son signos extraordinarios para nosotros y son la posibilidad de una acción más articulada para nuestro servicio y para estar en comunión con los migrantes y refugiados. También gracias a ellos podemos emprender el camino hacia los demás” dice a la Agencia Fides Sor Neusa de Fátima Mariano, Superiora General de las Scalabrinianas, una Congregación que desde su fundación tiene como misión el servicio a los migrantes.
“Por segundo año consecutivo, estamos asistiendo en esta zona fronteriza, donde la necesidad de ayuda es mayor – continúa -, estaremos con ellos durante todo el verano, atendiendo a las familias, las madres, los padres y los niños”. Se trata de una iniciativa que las Hermanas Misioneras Scalabrinianas han promovido con vistas a una "Iglesia en salida", como ha pedido el papa Francisco.
Las nueve hermanas permanecerán en Lesbos durante unos meses y se turnarán para asistir a los migrantes en esta zona fronteriza de la isla griega frente a Turquía. En el centro de su atención están los campos donde viven miles de refugiados, en condiciones degradantes y que ponen en peligro su vida. Para la Hna. Milva Caro, Superiora Provincial de Europa, “la emergencia nos llama una vez más a todos a movilizarnos para ayudar a los refugiados que nunca han dejado de abarrotar las rutas del Mediterráneo”. “Puede que ya no sea noticia, pero en los barcos miles de personas, mujeres y niños no acompañados, siguen buscando una forma de esperanza”, añade. “La actividad misionera es fundamental no sólo para responder a las necesidades básicas, sino también para dar consuelo, algo esencial para quienes lo han dejado todo atrás y han visto a menudo caer a sus seres más queridos en el camino”.
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