Erbil - Una delegación de la Iglesia caldea, encabezada por el patriarca y cardenal Louis Raphael Sako, ha mantenido una serie de encuentros en Erbil con representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales presentes en Irak, en un intento de iniciar un proceso encaminado a recalificar y relanzar los instrumentos de contacto y los organismos ecuménicos “congelados” desde hace años en un estado de sustancial inercia.
El patriarca Sako, con algunos de sus colaboradores, se ha reunido, entre otros, con Mor Nicodemus Daoud Matti Sharaf, arzobispo sirio ortodoxo de Mosul, con el arzobispo Nathanael Nizar Samaan, jefe de la diócesis sirio católica de Hadiab y con representantes de la Iglesia Asiria de Oriente. Durante los encuentros, según fuentes acreditadas del patriarcado caldeo, los representantes de las diferentes Iglesias se han centrado en particular en la necesidad de encontrar nuevas vías de cooperación fraternal, a la luz de las numerosas emergencias que afligen al pueblo iraquí y que representan el contexto real en el que las comunidades eclesiales están llamadas a confesar la misma fe en Cristo.
Estas reuniones han representado un primer paso en el proceso destinado a relanzar el papel del Consejo de Jefes de Iglesias de Irak, organismo ecuménico creado en 2006, que en los últimos años ha entrado en una fase de considerable afasia e inactividad.
En junio, según infromó la Agencia Fides , el patriarca Sako había publicado un discurso centrado en las relaciones ecuménicas en el que destacaba, entre otras cosas, que el camino para reconstituir la plena unidad entre las Iglesias y las comunidades eclesiales “no es tan fácil como algunos imaginan”. En ese texto, el cardenal iraquí reconocía que la cuestión del camino hacia la reconstitución de la plena unidad sacramental entre los bautizados es una “cuestión compleja” que no puede tratarse con arrogancia o sentimentalismo. El Patriarca reconocía también que las Iglesias y las comunidades eclesiales no pueden ser unificadas por la fuerza, ni pueden ser despojadas de sus identidades individuales “por decreto”, porque “la Iglesia no es una mera entidad administrativa”, sino una realidad íntimamente marcada por su propia e inconfundible naturaleza espiritual. El modelo histórico e ideal al que mirar - subrayaba Sako, continuando su reflexión -, sigue siendo el de la Iglesia naciente, tal y como se relata en los Hechos de los Apóstoles”. En aquella época -señalaba el cardenal iraquí- la unidad de los bautizados no era un objetivo ideal que debía alcanzarse mediante esfuerzos y estratagemas humanas, sino que florecía como efecto gratuito de la fe y la caridad que animaban los corazones alcanzados por la gracia de Cristo. En su discurso, el Patriarca caldeo deploraba también el inmovilismo que, en su opinión, caracteriza a los organismos ecuménicos y a los contactos intereclesiales en su país, refiriéndose al periodo de desprestigio que ha vivido en los últimos años el Consejo de Patriarcas y Jefes de Iglesias de Irak, que se ha puesto aún más de manifiesto al compararlo con la vitalidad operativa de organismos similares presentes en Egipto, Jordania y Líbano.
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