Bagdad – “Tenemos dos opciones: o nos unimos y cooperamos para que nuestro país se recupere por completo, o persistimos en perpetuar nuestras luchas, y abrimos - Dios no lo quiera - las puertas del infierno”. El cardenal iraquí Louis Raphael Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos, ha usado este tono lapidario y fuerte en el mensaje que ha dirigido a los hermanos y hermanas islámicos con vistas al Eid al Adha, la “Fiesta del Sacrificio” que este año las comunidades islámicas de todo el mundo celebran el 21 de julio.
Las palabras del Patriarca son aún más elocuentes tras el atentado terrorista perpetrado ayer, lunes 19 de julio, en un mercado popular del barrio de Ciudad Sadr, al este de la capital iraquí, habitado mayoritariamente por chiíes. La acción terrorista, obra de una terrorista suicida con cinturón de explosivos, ha causado al menos 35 muertos y 60 heridos y ha sido reivindicada por la sigla yihadista del Estado Islámico .
El atentado del lunes 19 de julio ha sido el tercer atentado en un mercado popular de Sadr City desde principios de 2021. En su mensaje de felicitación y bendición dirigido a los musulmanes con motivo del Eid al Adha, el patriarca Sako recuerda “las difíciles condiciones políticas, de seguridad, económicas y sanitarias que presionan a las personas y fomentan la inestabilidad social”, e invita a todos los iraquíes “a unirse para liberar a su país de ser rehén de la corrupción y el conflicto”. “Se trata -señala el cardenal iraquí- más de un dilema ético que político y económico”. El patriarca también invita a todos los iraquíes a recordar los versos del Corán que profetizan el día en que “quien haya hecho incluso el peso de un átomo de bien lo verá, y quien haya hecho incluso el peso de un átomo de mal lo verá”. .
“Nosotros - añade el Patriarca -, tenemos dos opciones: o nos unimos y cooperamos para que nuestro país se recupere por completo, o persistimos en perpetuar nuestras luchas, y así abrimos - Dios no lo quiera - las puertas del infierno”.
La fiesta del Eid al Adha conmemora la prueba de obediencia a Dios dada por Abraham, que estuvo dispuesto a sacrificar la vida de su hijo Isaac si esa era la voluntad de Dios. El sacrificio ritual que los clanes familiares y las comunidades realizan durante la fiesta recuerda al sacrificio de un carnero realizado por Abraham, después de que el Ángel detuviera su mano para que no sacrificase a Isaac.
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