Islamabad - “Mi sueño para la Iglesia y para todo Pakistán es que la gente pueda vivir en paz, armonía y esperanza. Paz y esperanza son las palabras de mi lema episcopal: son dos valores esenciales y necesarios para Pakistán y para el mundo entero”: así lo declara el arzobispo Joseph Arshad a la Agencia Fides en la víspera de su toma de posesión en la diócesis de Islamabad-Rawalpindi. Mons. Arshad entrará en la diócesis de la capital pakistaní con una solemne celebración eucarística celebrada mañana, 10 de febrero, en la Catedral de Rawalpindi, en presencia de una gran asamblea, con autoridades civiles, políticas y religiosas de la nación.
Nacido en Lahore en 1965, ordenado sacerdote en 1991 en Lahore, Joseph Arshad comenzó en 1999 el servicio diplomático para la Santa Sede, labor que llevó a cabo en varias nunciaturas apostólicas hasta 2013, cuando el papa Francisco lo nombró obispo de Faisalabad. Luego, tras la muerte del Obispo Rufin Anthony, se convirtió en Administrador Apostólico de Islamabad-Rawalpindi, de la cual ahora será el nuevo ordinario.
En su enfoque pastoral, también se ha distinguido por su atención a los laicos y a la comunicación social, a los jóvenes y al diálogo interreligioso: “Nuestra misión como cristianos es proclamar las Buena Nueva de Jesucristo en una tierra atravesada por el extremismo y el terrorismo, la corrupción, la distribución desigual de la riqueza, con un sistema judicial a veces injusto. Las leyes discriminatorias contra las mujeres y contra las minorías religiosas socavan la paz social y la convivencia. Es nuestra tarea reflejar y hacer frente a estos desafíos a la luz del Evangelio. Siempre comenzando desde una conversión personal, renovando nuestra forma de vida, nuestro compromiso y nuestro testimonio cristiano”.
“La mayoría de los cristianos en Pakistán -observa el arzobispo- viven por debajo del umbral de pobreza: muchos todavía son analfabetos y no tienen una formación adecuada a nivel profesional por lo que permanecen en una condición social marcada por las dificultades y la marginación. En este marco, Cristo nos llama a ser portadores de esperanza. El Señor da a los fieles la clave para vivir un futuro mejor y construir una sociedad donde todos vivan con dignidad y bienestar. Estamos llamados a ser sal, luz y levadura en Pakistán. El Evangelio es nuestra contribución a la paz, la estabilidad y la prosperidad de nuestro amado país”.
“Nuestra contribución – dice para concluir – en primer lugar es la de rezar por la paz, solo después podemos comprometernos en el campo de la educación, la salud, los servicios sociales y la caridad, siendo una parte activa del país, viviendo en armonía con todos. Confiamos nuestra misión en Pakistán a las manos amorosas de la Virgen María”.
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