Kolowarè - Djery es un joven de la aldea étnica de Alibi, de Togo, que ha vivido en Costa de Marfil y en Europa. “Yo era musulmán, pero volví a la religión de mis antepasados. Redescubrí mis raíces. Nadie conoce los caminos de Dios”. Así comenzó la historia de este joven nacido en Abidjan, en Costa de Marfil, en 1987, ex librero y animador sociocultural de París. Después de años de vivir en Occidente, Djery Kpakpalikpa Djiwa, decidió volver a África, al pueblo de sus padres.
“Hay dos razones fundamentales que explican esta decisión”, cuenta a Fides. “La primera y más importante, es el deseo de promover la lectura como una herramienta para el aprendizaje y el crecimiento. Una buena educación y una buena cultura general ayudarán a mejorar las condiciones de nuestro continente, especialmente de las comunidades rurales. Es necesario desarrollar una mirada crítica y libertad para pensar. Todo está por hacer y es uno de los muchos desafíos del mundo de hoy”. “Una segunda razón más profunda que me empuja es el regreso a los orígenes, algo que representa para mí la búsqueda de la identidad. Es una oportunidad para ver, descubrir y conocer los hábitos y costumbres de mi gente. Debido a la excesiva occidentalización de nuestras sociedades, el alma de nuestros pueblos se está perdiendo. ¿Esto significa abandonar o renegar de todo ese trabajo de investigación que es la contribución de África a la cultura mundial?”, se pregunta el joven.
Djery Kpakpalikpa Djiwa añade: “Tengo que reconocer mi historia, mi pasado, mi cultura y mi religión. Siento la necesidad de redescubrir mi historia pasada; la descolonización de mi universo cultural es el pasaje obligatorio para mi renacimiento como ser humano. A decir verdad, yo africano occidentalizado, no dejo de descubrir cómo las culturas importadas actúan de freno para el desarrollo del continente, de sus culturas y de sus tradiciones auténticas”. Su proyecto de vida está orientado a tomar conciencia y conocimiento del pasado, de las culturas locales, y a “redescubrir la belleza de la vida en África, y en las áreas rurales para proteger a nuestras comunidades de los muchos peligros que nos amenazan. Espero poder lograr que el mundo tradicional y el mundo moderno convivan, es la única garantía de un desarrollo real sostenible y duradero”, concluye Djeri.
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