Maputo – “A casi un siglo de presencia de los Misioneros de la Consolata en Mozambique podemos hacer balance: la elección, hecha desde el principio, de concentrar los esfuerzos en la educación y la formación de los laicos, ha creado comunidades cristianas que han sabido resistir a las ‘tormentas’ que se han desatado durante más de 30 años sobre la población: guerra por la independencia, nacionalización de las estructuras, guerra civil, desastres naturales.
Muchos de los líderes que hoy guían la suerte del país han estudiado en escuelas católicas. La Iglesia mozambiqueña hoy pide nuevas la presencia de personas cualificadas, para la dirección de seminarios diocesanos y la formación del clero local”. Así lo afirma en una entrevista con la Agencia Fides el padre Ayres Osmarin, misionero de la Consolata, hablando del compromiso y los retos que los religiosos pertenecientes a la congregación fundada por el beato Giuseppe Allamano, afrontan diariamente en el país africano.
“En Nampula, por ejemplo, hay 40 parroquias - explica el padre Ayres -, con 36 sacerdotes diocesanos y 12 religiosos. Son parroquias muy grandes, puede haber hasta 100 kilómetros entre una y otra, por lo que los sacerdotes intentan hacerlo lo mejor posible en medio de enormes dificultades”. “Además – continua -, hay una población juvenil muy grande aquí: en 2020 se iba a celebrar el segundo Día Nacional de la Juventud en Nampula, pero se canceló debido a la propagación de Covid19”.
El religioso señala: “la juventud tiene pocas perspectivas de trabajo, esa también es quizás una de las causas de la guerra en la región vecina de Pemba y Cabo Delgado, por lo que es ciertamente un desafío para nuestra iglesia, y al mismo tiempo es una fuente de futuro y esperanza para las familias y para todos nosotros”.
El compromiso de los misioneros de la Consolata en Mozambique con la evangelización pasa también por proyectos de carácter social y de desarrollo económico: “En los últimos años -cuenta el padre Ayers- hemos llevado a cabo una reforma de los locales de lo que era el seminario, lo que nos ha permitido obtener los permisos necesarios para abrir una escuela secundaria bilingüe donde los alumnos, chicos de entre 12 y 17 años, pueden formarse tanto en portugués como en inglés”.
En el marco de una iniciativa destinada a mejorar el nivel de vida y las condiciones de empleo de la comunidad asistida de Nova Mambone, los misioneros de la Consolata gestionan una salina. “Cuenta con 33 trabajadores estables -informa el sacerdote- a los que se suman unos sesenta durante la época de recogida de la sal, que suele ir de abril a diciembre. Por lo tanto, unas 93 personas y sus familias se beneficiarán del proyecto”. La salina es una actividad fundamental para el tejido económico y social local, tanto directamente por los trabajadores empleados en la salina como, indirectamente, por las actividades auxiliares que genera: “Gracias también a la ayuda de la comunidad local -precisa- los misioneros están llevando a cabo una biblioteca para los alumnos de las escuelas locales, el apoyo al pago de las matrículas de varios alumnos de las escuelas de la zona incluidos los hijos de los trabajadores, los cursos de alfabetización para los trabajadores, las micro-actividades generadoras de ingresos de un grupo de mujeres”.
El primer grupo de misioneros de la Consolata llegó a Mozambique en 1925, desembarcando en el puerto de Beira, en el sur del país. Los primeros pasos de una presencia que se ha extendido a muchas regiones del estado africano y cuya acción ha contribuido en gran medida al crecimiento de la Iglesia católica local y al desarrollo del pueblo mozambiqueño. “La razón de la presencia de los misioneros de la Consolata en Mozambique -concluye- es y seguirá siendo la misma de siempre: dedicarse a la misión, a la vida, llevando el anuncio del Evangelio entre la gente”.
Link correlati :El vídeo de la entrevista en el canal Youtube de la Agencia Fides
Publicar un comentario