Yangon – “Estamos en manos de Dios. La nación está encomendada a su Divina Misericordia. En una fase de tensión, de sufrimiento, de incertidumbre sobre el futuro, nuestra roca es Cristo. Este es el camino que recorremos, viendo a los manifestantes que siguen reuniéndose cada día en las ciudades, grandes y pequeñas, para rechazar al gobierno militar y pedir la democracia. Se organizan numerosas vigilias de oración en lugares públicos y privados”: así describe a la Agencia Fides la situación social y el tormento espiritual que viven los fieles católicos en esta dramática fase de la vida nacional, un grupo de religiosas de Myanmar, que ha pedido el anonimato por razones de seguridad.
Según informan las religiosas, el camino que sigue hoy la Iglesia birmana es el que ha trazado el cardenal Charles Maung Bo durante la misa celebrada el 11 de abril de 2021, en el Domingo de la Divina Misericordia, al pedir “una fe que se acompañe de obras”.
“La Resurrección – ha recordado el Cardenal, orientando a los fieles sobre cómo vivir el Tiempo Pascual- es la celebración de la esperanza. Es la convicción y la certeza de que Dios puede crear maravillas incluso desde una tumba. La vida brotará de la muerte cuando llegue el tiempo del Señor”. “El último año ha sido de oscuridad y muerte, marcado por tanto sufrimiento humano. Que el corazón de Cristo Jesús sane a todos: al opresor y al oprimido”, ha dicho el cardenal.
Una referencia explícita es a la ciudad de Myitkyina, en el norte de Myanmar, en el estado de Kachin, protagonista de “fe y sacrificio”. En la ciudad se produjo la gran tragedia de los inocentes asesinados en las calles, también frente a la iglesia. “La Iglesia – ha recordado el Card. Bo - está involucrada en la lucha de nuestro pueblo, llamada a acompañarlo con sangre y lágrimas. Ha recorrido un verdadero Vía Crucis. Para muchos de vosotros, la decimotercera estación del Vía Crucis, aquella en la que nuestra Madre María llora sobre el cadáver de su hijo, se ha hecho realidad. Vivimos en un país en el que cientos de madres viven con lágrimas inconsolables y el corazón herido al ver a sus hijos torturados y asesinados. Por todas esas madres y por todos los que estáis directamente implicados, rezamos con la gracia que brota del corazón de Jesús”.
Religiosos, sacerdotes, religiosas, cristianos laicos han ofrecido y siguen ofreciendo un profundo testimonio de fe, mostrando el rostro misericordioso de la Iglesia católica durante la crisis.
El cardenal también ha comentado: “Con asambleas y vigilias de oración habéis acompañado a vuestro pueblo en los momentos de prueba. El nombre de Myitkyina ha sido evidenciado en el mapa internacional gracias al inspirador testimonio de la hermana Ann Rose Nu Tawng, de las Hermanas de San Francisco Javier. El mundo ha sido testigo del precioso testimonio, dispuesto al sacrificio, ante el tsunami del mal. Alabo el testimonio del amor salvador de la hermana Ann Rose, que ha inspirado a muchos a apreciar la Iglesia católica y la vida religiosa. En la oscuridad, los actos sencillos de generosidad brillan con gran poder”.
“Este mensaje de amor redentor - ha explicado -, es en pocas palabras el mensaje de la misericordia divina. El perdón frente a las tinieblas, el amor frente al odio es el mensaje que el Señor dio a Sor Faustina Kowalska en sus numerosas apariciones. Dios de la misericordia, ya no buscamos a Jesús entre los muertos, porque está vivo y se ha convertido en el Señor de la vida. El misterio de la resurrección se revela por la misericordia de Dios”.
El Arzobispo de Yangon ha concluido diciendo: “Entre todos los grandes desafíos a los que nos enfrentamos hoy, buscamos la misericordia de Dios. Los tiempos son oscuros, el camino parece desafiante. Necesitamos la luz de la misericordia de Dios en Myanmar. Recemos con Santa Faustina: ‘Dios eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de la compasión inagotable, mira con bondad y aumenta tu misericordia en nosotros, para que en los momentos difíciles no desesperemos ni nos desanimemos, sino que con gran confianza nos sometamos a tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia misma’. Que cada hogar y la nación entera sean protegidos y encomendados a la Divina Misericordia”.
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