Gode – “En las tribulaciones de este tiempo tan extraño, el Señor nos ha reservado uno de esos consuelos que se dan raramente en la vida. En el mes de marzo, aquí en Gode, recibimos inesperadamente la visita del Nuncio Apostólico, Mons. Antoine Camilleri, que luego partió inmediatamente a Italia para vacunarse contra el Covid y en esta ocasión habría tenido la oportunidad de encontrarse con el Papa Francisco”, dice a la Agencia Fides el padre Angelo Antolini, OFM Cap, Prefecto Apostólico de Robe.
“Enterados de la noticia -continúa el misionero en convalecencia post-covid en la misión- la hermana Joachim aprovechó para enviar al Santo Padre una carta escrita junto a las señoras en dificultad a las que asistimos cada día, en la que han expresado sus dificultades y los peligros humanos y morales en los que viven. A mediados de abril, igual de inesperadamente, llegó una respuesta personal del Papa Francisco a Joachim, a las señoras y a todos los colaboradores. Con emoción leímos la carta antes de la misa dominical. Estos son los consuelos que el Señor nunca nos hace faltar”, escribe el padre Antolini.
Gode se encuentra en el Estado Regional Somalí de la República Federal de Etiopía. La misión fue fundada en 2007 por el padre Christopher Hartley, un misionero de la diócesis de Toledo que actualmente trabaja en Sudán del Sur. La hermana Joachim llegó a Gode hace siete años, pero durante dos años, hasta noviembre, estuvo en Inglaterra para recibir tratamiento médico. En la misión, junto con cuatro misioneros laicos voluntarios que llegaron hace un par de meses y permanecerán hasta mayo de este año, atiende a mujeres necesitadas, que han tenido hijos de varios hombres, algunas en matrimonios a medias, otras sólo en relaciones esporádicas en contextos muy violentos.
“La vida en la misión se desarrolla de forma muy sencilla -continúa el Prefecto Apostólico- por la mañana los que quieren van a rezar a la capilla donde vive Joachim. A las siete y media sale el autobús conducido por un chico católico de la misión para recoger a las señoras y sus hijos en la ciudad. De hecho, la misión está a más de cinco kilómetros de la ciudad y se encuentra a orillas del gran río Wabi Shebeli. En total hay ocho señoras y doce niños de todas las edades. Preparan el desayuno para ellos y para los niños y luego se reparten las tareas, unos en la cocina y otros en los distintos trabajos indicados por Joachim. De este modo, con el salario que les damos, intentamos que sean económicamente autosuficientes. Los voluntarios cuidan de los niños según su edad. A la hora de comer comemos todos juntos hasta que el autobús les lleva de vuelta a sus casas en la ciudad, una auténtica Babel. Por la tarde los voluntarios siguen trabajando en lo que hay que hacer en la misión, hasta que celebramos la Eucaristía todos juntos y cenamos agotados por las altas temperaturas locales. Aquí la vida es muy sencilla pero también muy intensa, estamos siempre preparados para imprevistos de todo tipo”.
La misión de Gode está situada en la orilla noreste del río Wabi Shebeli, en el vicariato de Harar. A sesenta metros de distancia, en la orilla suroeste, se encuentra en cambio la Prefectura de Robe. En diciembre, los dos Ordinarios firmaron un documento conjunto en el que confiaban el cuidado pastoral de toda la zona a lo largo del río a la Prefectura Apostólica de Robe. La población somalí es musulmana. La ciudad de Gode, fundada en los años sesenta por el emperador Haile Selassie para estrategias militares, también cuenta con una pequeña comunidad cristiana Amara. Los somalíes de la ciudad viven de diversas actividades comerciales y la población del campo del pastoreo. Sólo recientemente se están intentando proyectos agrícolas, explotando el alto potencial del gran río.
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