ASIA/INDONESIA - Trata de seres humanos: el compromiso de los jesuitas de “Sahabat Insan” para ayudar a las víctimas

Yakarta - Los inmigrantes internos que buscan trabajo, pero también los inmigrantes de otros países vecinos son las víctimas privilegiadas de la trata de personas en Indonesia. A menudo se topan con las redes del crimen organizado, intermediarios sin escrúpulos e incluso funcionarios corruptos. Sin protección, lejos de sus familias, de su pueblo o de su país, se convierten en víctimas de la pobreza y de quienes los explotan. Además, en la situación de pobreza agravada por la pandemia, el reclutamiento de traficantes se vuelve aún más fácil.
El padre Ignatius Ismartono SJ, un jesuita de 75 años, es el director de “Sahabat Insan” , una organización jesuita de Indonesia, con sede en Yakarta, que se ocupa de los trabajadores migrantes y las víctimas de la trata de personas. El jesuita cuenta a la Agencia Fides la odisea de muchos jóvenes: entre ellos, las niñas a menudo son obligadas por sus torturadores y explotadores a prostituirse, viéndose sumergidas dentro de una red criminal de agentes locales e internacionales. “Las injusticias que sufren estas personas son muchas y variadas: comienza con el reclutamiento gracias a la complicidad de algún funcionario corrupto dispuesto a falsificar su edad. Luego, a menudo las envían al extranjero, pero con una formación insuficiente. Un agente confisca los pasaportes hasta que se pague la deuda contraída con el mediador: a los traficantes se les paga directamente los primeros siete meses de salario y por lo tanto el trabajador está sin salario”. Muchas personas en esta trampa, explica Ismartono, “acaban a merced total del traficante, y si es una chica de entre 16 y 19 años se convierte en esclava sexual”.
Los casos de los que se ocupa la asociación dirigida por el p. Ismartono son muchos: “Pero no estamos solos: están, por ejemplo, las hermanas que trabajan en la asociación Talitha Kum con las que estamos en estrecho contacto. Intentamos, en la medida de lo posible, prevenir el fenómeno. Como organización religiosa, difundimos las exhortaciones del Papa Francisco e intentamos poner en práctica sus indicaciones pastorales”.
“En Yakarta - continúa el p. Ismartono - varias instituciones civiles se ocupan de los migrantes: el problema es enorme. Para financiar el trabajo de Sahabat Insan, contamos con donaciones de laicos y, sobre todo, de antiguos alumnos de la época en la que enseñaba en la Universidad de Indonesia en Yakarta”.
El padre Ismartono ha pasado gran parte de su tiempo realizando diferentes roles como el de secretario de la Comisión Episcopal de Indonesia para el Diálogo Interreligioso: “Ahora me ocupo de Sahabat Insan, para devolver la dignidad a los migrantes explotados. El año pasado -dice con dolor- la asociación se encargó de enviar los cuerpos de 207 migrantes a sus familias”.
Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, en 2016 se estimaba que 40,3 millones de personas fueron víctimas de una forma moderna de esclavitud: el 70% son mujeres y niñas obligadas a trabajar o contraer matrimonio bajo amenaza. De estos 40 millones, casi 30 millones viven en la región de Asia y el Pacífico. Según los observadores, la pandemia ha empeorado aún más el panorama.



Agenzia Fides
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