Beirut - “El pueblo no perdonará. La historia no olvidará”. El llamamiento que ayer los principales representantes de las comunidades cristiana y musulmana libanesas dirigieron a los dirigentes y grupos políticos nacionales, para pedir dejar de lado sus diferencias y dar al país un gobierno de “salvación nacional” suena a ultimátum”. En un momento en que el Líbano parece estar hundiéndose en el colapso - dice el llamamiento - los partidos políticos y los grupos de poder, señalados como los principales culpables del desastre, están llamados a dejar de lado el sectarismo y el chantaje si quieren salvar a la población de más sufrimiento y prevenir la disolución de la “Tierra de los Cedros”.
El llamamiento está firmado, entre otros, por el patriarca maronita Bechara Boutros Rai, el mufti de la República Libanesa Abd al-Latif Derian, el jeque Abd al-Amir Qabalan, jefe del Consejo Supremo chiíta, el jeque druso Akl Naim Hassan y el metropolitano greco-ortodoxo de Beirut, el arzobispo Elias Audi.
En su mensaje-ultimátum, los líderes islámicos y cristianos libaneses piden ante todo que los líderes y partidos políticos renueven su compromiso de fidelidad a la identidad nacional libanesa, esbozada en la Constitución y caracterizada por el espíritu de convivencia y compromiso común, de dignidad y libertad, evitando conflictos y alianzas con fuerzas externas para hacer prevalecer sus propios intereses. El apelo hace un llamado a todos a respetar el pacto nacional suscrito en los acuerdos de Taif, manteniendo los conflictos entre las partes dentro de los límites de una dialéctica política sana y legítima. Por último, los firmantes piden a todos que “trabajen de inmediato para formar un gobierno de 'salvación nacional', que no responda a conquistas individuales o sectarias”, superando intereses personales o de grupo entre las fuerzas políticas. La crisis en la que se debate el Líbano, señalan los representantes islámicos y cristianos, corre el riesgo de ser fatal para el país precisamente porque no se trata de una simple emergencia política, sino que tiene sus raíces en una “grave crisis moral”. Los signatarios justifican su iniciativa precisamente con la conciencia de que “el pueblo no perdonará y la historia no olvidará” nuevas decisiones perversas de los líderes políticos libaneses.
Mientras tanto, los enfrentamientos entre manifestantes y aparatos de seguridad que tuvieron lugar la noche del 27 al 28 de enero en la ciudad libanesa de Trípoli tuvieron como consecuencia una muerte y más de 220 heridos. El ejército protegió la sede de la gobernación después de un intento de irrupción. Un portavoz del Ministerio del Interior afirmó que a los policías se les arrojaron granadas reales y no botellas incendiarias. Las protestas son contra las medidas del toque de queda para limitar los contagios por Covid-19 adoptadas por las autoridades políticas, acusadas de no proporcionar subsidios a los pobres y sin ingresos.
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