Capiz – Los obispos de las islas Visayas occidentales en el centro del archipiélago filipino en una carta pastoral - recibida también en la Agencia Fides -, refiriéndose explícitamente a la “difícil situación de nuestros hermanos y Hermanas Tumandok” y a la masacre de los indígenas que tuvo lugar a fines de 2020 han pedido: “una investigación en profundidad por parte de un organismo independiente para conocer lo que realmente sucedió el 30 de diciembre de 2020; el cese de la intervención militar en las comunidades indígenas para que nuestros hermanos y hermanas, los Tumandok, pueden regresar a casa y vivir en paz nuevamente; que la policía y los militares sigan concienzudamente las normas éticas en las reglas de enfrentamiento durante las operaciones policiales o militares, llevando cámaras en todas las operaciones para protegerse de acusaciones falsas y proteger a los civiles del uso de la violencia o abuso de poder”.
La carta, que lleva la firma de 8 obispos, entre ellos: el cardenal José Advincula, arzobispo de Capiz; Mons. José Corazon Tala-oc, obispo de Kalibo; Mons. Narciso Abellana, obispo de Romblon; Mons. José Lazo, arzobispo de Jaro, y otros obispos de la región metropolitana de Jaro, se leerá en todas las misas en todas las iglesias de Visayas occidentales el 24 de enero de 2021.
Los obispos piden a todos “ser vigilantes en la defensa de la santidad de la vida y en el respeto y protección de los derechos de todos”, exhortando “a discernir y rezar por la voluntad de Dios en medio de todas las matanzas y violaciones de los derechos humanos y a actuar guiados por los principios de la acción no violenta”. Además, los prelados lanzan un llamamiento a “detener las matanzas, respetar los derechos de las personas, vivir en paz, detener la militarización de las comunidades indígenas”.
“Nosotros, los obispos de las Visayas occidentales – afirman -, compartimos los dolores y las ansiedades de nuestros hermanos y hermanas de la tribu Tumandok. Nos entristecen las familias de las nueve tribus tumandok que fueron asesinadas. Compartimos el sufrimiento de los detenidos y sus familias. Empatizamos con el miedo y la inseguridad de quienes han sido desplazados por la violencia. Y condenamos lo más enérgicamente posible, todos los asesinatos y especialmente los asesinatos de nuestros hermanos Tumandok”
El texto continúa: “Las voces de esas 27.000 víctimas de la guerra sin sentido contra las drogas ilegales claman a Dios por justicia. Recientemente, desde la isla de Negros, muchos son etiquetados como miembros o partidarios del Partido Comunista de Filipinas - Nuevo Ejército Popular -. Ahora, lo vemos en la isla de Panay. Un hermano obispo ha dicho que los asesinatos son una continuación de los asesinatos en masa y arrestos de otros activistas en el centro de Filipinas en los últimos meses”.
La Carta Pastoral recuerda que el 30 de diciembre de 2020, una operación conjunta del Ejército de Filipinas y la Policía Nacional de Filipinas, con 28 órdenes de registro, tuvo como resultado la muerte de nueve personas y el arresto de 17 miembros y líderes de las tribus Tumandok de Tapaz, Capiz y Calinog, Iloilo . Entre los muertos y arrestados se encontraban líderes anteriores o actuales del grupo Tumandok.
Los Tumandok, una alianza de 17 comunidades de pueblos indígenas en Capiz e Iloilo, se oponen firmemente a la construcción de la mega represa Jalaur. Los líderes indígenas y las organizaciones de derechos humanos creen que, debido a su fuerte oposición al proyecto, se han convertido en víctimas de operaciones militares y son acusados como miembros o simpatizantes de la guerrilla comunista.
En la masacre del 30 de diciembre, mientras la policía dice que los indígenas “pelearon, por eso los mataron”, las familias responden que las víctimas no se resistieron el arresto pero que “fueron asesinadas” igualmente.
“Las atrocidades cometidas - escriben los obispos de Visayas - han creado un clima de miedo e incertidumbre entre los habitantes de las comunidades de Tumandok. El miedo ha obligado a muchos a abandonar sus comunidades y emigrar a lugares más seguros”. La voz de los obispos, que se alza en defensa de los pueblos indígenas, se encomienda a la intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora de la Candelaria, patrona de Visayas occidentales, para restaurar la paz y la justicia en Filipinas.
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