Almaty - “Oramos por todos los que han sufrido, por los que aún sufren, por los fallecidos y hospitalizados. Oramos y esperamos que el espíritu de reconciliación entre los habitantes de estas poblaciones pueda renovarse". Este es el comentario que ha declarado a Fides Mons. José Luís Mumbiela Sierra, obispo de la diócesis de Almaty y presidente de la Conferencia Episcopal de Kazajstán, sobre los enfrentamientos interétnicos entre kazajos y dungans, que han sacudido a la sociedad kazaja en los últimos días, creando un impacto negativo y fuertes tensiones sociales y políticas.
En la noche entre el 7 y el 8 de febrero, la violencia que se desencadenó en la región de Zambyl, en la parte sureste del país, en la frontera con Kirguistán, causó 10 muertes y 170 heridos, además de la destrucción de 25 casas privadas, 31 tiendas y 41 automóviles. El ministro de Información y Comunicaciones de Kazajstán, Dauren Abayev, ha anunciado que estos episodios parecen haber sido causados por una discusión banal que tuvo lugar en la aldea de Masanci, vinculada a cuestiones de la vida cotidiana.
Según la versión de la policía, uno de los aldeanos no se detuvo cuando ante un control de policía. Perseguido por los agentes, al parecer llamó a vecinos y familiares que atacaron a los policías. El conflicto se amplió causando numerosas víctimas y heridos. Según otras fuentes locales, algunos dungan atacaron a un anciano kazajo de 80 años, lo que desencadenó represalias de hombres kazajos contra la población de las aldeas dominadas por los dungan.
Los enfrentamientos han visto involucradas varias aldeas, con una población prevalente de dungan. El gobierno de Kazajstán ha enviado soldados al lugar que han confiscado armas rudimentarias, mientras que el poder judicial ha iniciado procedimientos penales con la hipótesis de desorden en masa, asesinato y resistencia a los funcionarios públicos.
En el área, la población dungan es el 90% de los residentes, mientras que los kazajos y los rusos son el 5% de la sociedad.
La tolerancia entre religiones y entre grupos étnicos es uno de los puntos fundamentales de la identidad nacional kazaja. En el país hay una especie de "superposición" de dos cultos: uno público, vinculado a la lealtad al estado, y uno privado, estrechamente relacionado con la religión y el origen étnico. Este enfoque está vinculado a una política que ha demostrado tener visión de futuro: inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética, la crisis económica y el deterioro de las instituciones estatales podrían haber desencadenado un conflicto interétnico de enormes proporciones. Kazajstán ha logrado evitar este escenario al imponer un modelo social que tiene su piedra angular en el reconocimiento del papel fundamental del estado.
Los dungan, una población de etnia china y religión musulmana, llegaron a Asia Central a fines del siglo XIX escapando de la persecución de las autoridades chinas. Según datos oficiales proporcionados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Kazajstán, actualmente, de una población de 17 millones, el 70% son musulmanes, el 26% cristianos, el 1% de los cuales son de fe católica.
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