ASIA/AFGHANISTÁN - Escuela para niños con Síndrome de Down: la misión de las hermanas en Kabul

Kabul - El trabajo de las religiosas en Kabul continúa incansablemente. Sabemos que en unos días el año escolar debería comenzar de nuevo con aproximadamente un mes de retraso. Al regresar de las vacaciones de invierno, de hecho, la nieve y el frío habían congelado las tuberías del agua, pero ahora el problema parece estar resuelto. Actualmente, nuestras tres religiosas están a cargo de educar a unos cuarenta niños con síndrome de Down. Los estudiantes se distribuyen en 4 aulas, dirigidos por maestros locales. Las clases comienzan por la mañana, alrededor de las 8 y terminan hacia las 4 de la tarde”. Lo explica a la Agencia Fides el padre Matteo Sanavio, sacerdote de la Congregación de los Padres Rogacionistas quién también es referente de la Asociación "Pro Bambini di Kabul". Se trata de una realidad inter-congregacional nacida por iniciativa del sacerdote guanelliano el p. Giancarlo Pravettoni en respuesta al llamamiento de Juan Pablo II que, en el discurso de Navidad de 2001, lanzó un llamamiento al mundo para salvar a los niños afganos.
“Las religiosas cuentan con el apoyo total de la Asociación, que vive casi exclusivamente de donaciones. Hasta el año pasado, teníamos dudas de que pudiéramos continuar este servicio en 2020, pero organizamos colectas y buscamos nuevos apoyos. La Providencia siempre nos demuestra que no nos abandona", explica el p. Sanavio, quien agrega: “En general, la situación ahora es bastante tranquila, no tenemos noticias de disturbios en Kabul. El mayor problema sigue siendo garantizar el recambio entre las religiosas presentes en la escuela: en noviembre solo había dos de ellas y la situación era bastante precaria, pero luego logramos garantizar la presencia de tres hermanas”. Cuando se buscan religiosas que vengan para un período de misión, se necesita que sean hermanas que tengan una cultura cercana a la de Afganistán o que, al menos, conozcan el idioma árabe. Sobre todo, es necesario encontrar religiosas dispuestas a pasar dos o tres años de su vida haciendo grandes sacrificios, en condiciones precarias.
En Afganistán, donde el Islam es reconocido como religión estatal, la presencia católica fue admitida a principios del siglo XX como una simple asistencia espiritual dentro de la Embajada de Italia en Kabul, con el primer sacerdote Barnabita. En 2002, Juan Pablo II creó la "Missio sui iuris". Hoy, la misión católica continúa teniendo su base en la estructura diplomática y está a cargo del padre barnabita Giovanni Scalese. Las Hermanas Misioneras de la Caridad también trabajan en la capital afgana.



Agenzia Fides
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