N’Djamena - "Este mensaje quiere ser una vez más la voz de los que no tienen voz y aportar nuestra contr
ibución para construir el país en justicia y paz", afirman los obispos de Chad en su mensaje de Navidad, cuyo texto ha sido enviado a la Agencia Fides.
"De hecho, notamos que se alzan pocas voces para denunciar los vicios éticos y políticos que parecen haberse convertido en la norma en la sociedad y para el gobierno y la gestión de nuestro país", se lee en el Mensaje, que pide con urgencia "reaccionar si se quiere evitar comprometer el futuro del país y agravar la violencia que amenaza la paz social".
Los obispos recuerdan que las religiones "aportan una contribución esencial a la vida de las personas y de la sociedad" y por esta razón, "las religiones no deben incitar al desprecio de los demás, a la injusticia, la violencia, el asesinato y mucho menos a la guerra, porque un creyente en el Dios Creador no puede querer dañar a ninguna de sus criaturas". “Dios quiere paz, la justicia y el bienestar para todos. ¿No es eso lo que la Biblia y el Corán nos enseñan cuando vamos a la iglesia, al templo o a la mezquita?”
"Encontrar la verdad de la religión es esencial para encontrar la verdad de la política" señala el documento que menciona los males que afligen a Chad: corrupción, incumplimiento de las leyes por parte de los propios funcionarios del gobierno, explotación de los recursos naturales...
“Esto vale para las comunidades, pero también para cada uno de nosotros: ¿acaso no tenemos una conciencia que deba distinguir el bien del mal?", preguntan los obispos. "La conciencia de los creyentes se debe formar, pero esto no parece ser una gran preocupación para muchos líderes religiosos".
"Es cierto que no faltan razones para desanimarse e incluso renunciar a nuestras responsabilidades, pero no tenemos derecho a hacerlo porque nuestras familias e hijos pagarán el precio", subrayan los obispos que concluyen: "Nuestra fe cristiana y el apoyo de nuestra comunidad de creyentes nos dan una fortaleza que nos ayuda a superar las dificultades externas, pero también las internas como nuestros egoísmos. Jesús, nuestro Maestro y Salvador, cuyo nacimiento celebramos, no renunció a su misión, incluso cuando lo llevaron a la cruz porque después de la cruz viene la resurrección".
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