Astana – Será un momento importante para contrastar opiniones y crecer: con este espíritu, los obispos de la Iglesia Católica en Asia Central se reunirán el próximo 1 de marzo en Roma para la visita ad limina apostolorum, una reunión que viven los Pastores de las diócesis del mundo de forma periódica con el Papa y con los dicasterios vaticanos. Durante la visita, que se celebra cada 10 años para las sedes extra-europeas, los Obispos de las Iglesias de Asia Central podrán ilustrar las peculiaridades y problemas de sus regiones. El objetivo es identificar pautas y nuevas formas de llevar adelante la proclamación del Evangelio y la misión de la Iglesia, respondiendo a los desafíos pastorales actuales, en una zona donde la presencia de la comunidad católica está estructurada en iniciativas de oración, ecumenismo, caridad.
La Iglesia en la región de Asia Central actualmente es un pequeño rebaño que, en un área muy grande, consta de unos 118 mil fieles según el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica del 2016: considerando las diferentes naciones del área ex soviética, tiene 70 parroquias en Kazajstán ; 3 en Kirguistán ; 2 parroquias en Tayikistán ; 5 parroquias en Uzbekistán y una comunidad en Turkmenistán , que se reúnen en la capilla de la Transfiguración del Señor, en la capital de Ashgabat. También se debe considerar la Missio sui iurs existente en Afganistán, una tierra donde no hay católicos locales o iglesias en un territorio donde los fieles son personal extranjero.
Durante la última visita ad limina, que tuvo lugar el 2 de octubre de 2008, Benedicto XVI dio la bienvenida en la Santa Sede a los obispos y al delegado de los fieles greco-católicos en Kazajstán, el Administrador apostólico en Kirguistán, el Administrador apostólico en Uzbekistán, la Superiora de la Missio sui iuris en Tayikistán y la Superiora de la Missio sui iuris en Turkmenistán, invitándolos a no desanimarse por el pequeño número de fieles en sus comunidades, y a tomar como modelo “las primeras comunidades de los discípulos del Señor, quienes siendo pequeños, no se encerraban en sí mismos”.
El Papa Ratzinger agradeció a los sacerdotes y religiosos comprometidos en las diversas circunscripciones eclesiásticas, especialmente a los franciscanos en la diócesis de la Santísima Trinidad en Almaty, a los jesuitas en Kirguistán, a los franciscanos conventuales en Uzbekistán, a los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado en la Missio sui iuris en Tadjikistan, a los Oblatos de María Inmaculada en la Missio sui iuris en Turkmenistán, a los Barnabitas en Afganistán. Y lanzó un llamamiento diciendo: “Invito a otras familias religiosas a ofrecer generosamente su contribución, enviando personal y medios para llevar a cabo el trabajo apostólico en las vastas regiones de Asia Central. A cada uno de ustedes les repito que el Papa está a su lado y os apoya en vuestro ministerio”, concluyó el pontífice.
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