Bogotá - La incertidumbre, la preocupación y la esperanza coexisten entre los habitantes de los distritos rurales más afectados por el conflicto armado. Ahora, en el marco de la aplicación de los Acuerdos de Paz, estos municipios son protagonistas de los “Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial” . Así lo explicó a la Agencia Fides Ana Prada, responsable de Caritas Colombiana para el programa PDET, después de una reunión entre 143 representantes de comunidades, agencias gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil y organismos de cooperación internacional.
Mons. Héctor Fabio Henao, director de Caritas Colombia, destacó la importancia de los Planes de Desarrollo como “herramientas para la transformación de los territorios a través de la participación de todos, para la reconstrucción de la paz”. Se trata de un enfoque sin precedentes que, en consonancia con los Acuerdos de Paz, promueve la “Reforma rural integral” como respuesta a la primera causa del conflicto, a saber, la distribución desigual de la tierra, así como la pobreza y la falta de oportunidades para las comunidades rurales.
Los Planes concierne las dieciséis zonas más afectadas, lugares de gran diversidad cultural y étnica, como explica Prada. El reto es, por tanto, armonizar las diferentes visiones relativas al reciente cambio de gobierno y a las dificultades de un proceso de paz.
Los PDET comprenden a 170 municipios habitados por campesinos, indígenas y afrocolombianos; con áreas naturales protegidas, cultivos de coca, yacimientos minerales a gran escala, megaproyectos agroindustriales y muchos de los espacios previstos para reintegrar a los ex guerrilleros en la vida civil.
“Ahora las prioridades del nuevo gobierno son diferentes de las del anterior y eso crea incertidumbre”, señala la especialista de Caritas. Los factores de riesgo son la posible toma de las armas, nuevamente, por parte de los ex guerrilleros, y el descontento de los exponentes de las FARC que ahora se manifiesta a través de un “partido”.
La confianza está en el hecho de que “el proceso está de alguna manera bajo los ojos del mundo”. Además, según Prada, “hay una mayor conciencia de que todos nosotros somos el Estado” y de que el resultado del proceso de paz depende en gran medida de la sociedad civil.
En este momento, Caritas y la Iglesia ofrecen la contribución de “una organización visible, reconocida y muy creíble que dialoga directamente con todos los actores sobre el terreno. Donde no llega el Estado, hay igual un párroco, quien se convierte en un actor valioso, una figura de garantía en la comunidad para la reconciliación y la construcción de una fase del país”.
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