Palu – “En Palu he visitado algunos lugares donde el terremoto ha dejado una gran devastación”, explica a la agencia Fides el padre Andi Suparman, misionero camiliano, quien llegó a la isla de Sulawesi en nombre del Camillian Disaster Service International .
“En algunas zonas, en particular Petobo y Jono, se ha producido un fenómeno geológico devastador que provoca, durante los terremotos, la licuefacción del suelo y el arrase de todo. En Petobo, una aldea de más de 700 familias, la licuefacción del suelo hizo que el lodo y el agua salieran a la superficie y dañaran las casas y las propiedades. Algunos edificios y personas fueron literalmente tragados del suelo. Hoy en día, Petobo es como un antiguo cementerio donde no queda ningún rastro que permita identificar lo que ha quedado”, explicó Suparman.
“Jono es otro lugar donde las casas, los edificios y los caminos han sido completamente borrados. Hasta hoy era una llanura pero, como resultado de la acumulación de tierras debido a la licuefacción, se ha transformado en pequeñas colinas y los caminos se dividen en dos. Comparado con Lombok, donde estuve en las primeras operaciones de rescate, el terremoto de Palu no tiene parangón. En Lombok, los sobrevivientes permanecieron en los sitios de evacuación y se construyeron tiendas de campaña temporales, justo al lado de sus casas. Y algunos han comenzado a reconstruir sus casas en el sitio original. En Palu, en cambio, muchos se vieron obligados a trasladarse del epicentro a lugares más seguros. El temblor de la tierra es constante debido a las réplicas y la gente todavía vive en pánico”, amplió el sacerdote.
Según los Camilianos “los supervivientes son pocos. Muchas personas, aterrorizadas, han abandonado la región para trasladarse a otras ciudades o islas. Todavía hay voluntarios buscando sobrevivientes. La ciudad de Palu sigue paralizada. Los negocios fueron destruidos o están cerrados. Actualmente no hay actividades abiertas. Los artículos de rescate llegan a Palu, después de más de 12 horas de viaje desde otras ciudades como Makassar o Manado. Los Camilianos están evaluando las necesidades en los sitios más afectados por la devastación; y he tratado de contactarlos para escucharlos y entender cómo colaborar”, añadió el padre Suparman.
Los religiosos colaboran con el grupo guíado por el padre Romo Joy Derry Ketua, director de la Comisión Económica y Social de la Diócesis de Manado. “Los Camilianos se han comprometido a ayudar a más de 700 familias, como lo ha pedido el padre Joy”, dijo Suparman, hablando de la colaboración con la iglesia local, la cual ha dispuesto un centro de operaciones de emergencia en la parroquia de Santa María a Palu, en la diócesis de Manado. “En este momento, la gente necesita urgentemente: tiendas de campaña, arroz, azúcar, leche, mantas, colchones, jabón, ropa y generadores de electricidad”, concluyٕó.
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