Bogotá - Los Parlamentos Europeo y francés, el Gobierno británico, las Comisiones de los Episcopados de la Unión Europea, Francia, Inglaterra y Gales, Cáritas Internationalis y Alemania, así como otras agencias católicas de cooperación, recibieron a mediados de septiembre la visita de algunos representantes de la Conferencia Episcopal de Colombia para hablar sobre la cooperación continua y necesaria en este momento crítico para sus países.
Monseñor Héctor Fabio Henao, Director Nacional de Pastoral Social-Cáritas, -quien acompañó al Presidente de la CEC, el Arzobispo de Villavicencio monseñor Oscar Urbina-, explica a Fides que “aunque en Europa no tiene gran repercusión mediática lo que sucede en Colombia, tenemos un interés común, preocupación y voluntad de cooperar por parte de las instituciones para aliviar la situación de quienes buscan protección en Colombia”, es decir, las víctimas de conflictos armados, los cientos de miles de migrantes venezolanos y los líderes sociales cuya vida corre peligro.
Para cada una de estas tres necesidades, se han puesto en marcha distintos proyectos realizados en colaboración con algunas de las instituciones europeas, en primer lugar Cáritas, con su grupo de trabajo para Colombia. “Colombia ha dado un paso muy importante en la construcción de la paz. Es necesario que la comunidad internacional siga atenta y mantenga la solidaridad con nuestro país, que aún se encuentra en una situación crítica, ya que muchas situaciones están relacionadas entre sí”, advierte monseñor Henao.
“Se sabe que aún queda violencia en Colombia y que no es suficiente para hacer las paces con las FARC. Podíamos haber imaginado que intentarían tomar el control de los territorios que las FARC han dejado libres”, explica. En las reuniones de Bruselas, -una de las cuales fue con el Presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani-, se destacó que la actual crisis migratoria en Colombia, que se originó en Venezuela, es “humanitaria y no solo política” y requiere una acción urgente.
Se reflejó en “los pactos mundiales sobre migraciones y refugiados que se están firmando en este momento y en la necesidad de adaptar los instrumentos internacionales a una asistencia adecuada e integral”. Los delegados colombianos llamaron la atención sobre la complejidad y profundidad de la crisis migratoria venezolana, que “debe verse en el marco de una legislación mucho más amplia que la tradicional, considerando las necesidades de esta población”.
Monseñor Urbina y Monseñor Henao destacaron que en medio de estas situaciones “ha surgido la gran solidaridad del pueblo colombiano y su enorme capacidad para brindar su hospitalidad”, junto con la necesidad de “integrar a los migrantes en la sociedad colombiana y ofrecerles protección, en un marco más amplio que contemple sus derechos”. Monseñor Henao, sin embargo, no encontró de la parte europea la intención precisa de “un seguimiento y una evaluación permanente de las necesidades más urgentes y la forma de resolverlas”.
En la etapa francesa del viaje, con el Comité Permanente del Episcopado Transalpino, se profundizó en el compromiso y las estrategias de evangelización de cara a la migración y la pobreza en ambos países. En las reuniones con la Asamblea Nacional, con Cáritas Francia y con otras agencias católicas, se habló de la necesidad de continuar apoyando la búsqueda de la paz estable, cuidando especialmente las situaciones de pobreza extrema y la reforma rural completa de las áreas anteriormente ocupadas por las FARC y la sustitución sostenible de cultivos ilícitos. De las condiciones de seguridad de los defensores de derechos humanos se discutió en Londres, tanto en las reuniones eclesiales como en las gubernamentales.
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