Kafulama - Los Padres Blancos de Kafulama han comenzado un proyecto para la producción de metano, aplicando el concepto de “economía circular”, que es un sistema diseñado para regenerarse por si sólo, explotando todos los recursos disponibles, en pleno respeto del medio ambiente. Las tuberías llevan el metano producido a una cocina pública donde se sirven comidas a los miembros de la aldea pero, sobre todo, a los miles de jóvenes que asisten a la escuela local.
Los misioneros partieron de un principio simple: el excremento animal, en descomposición, produce dióxido de carbono, hidrógeno y metano. Todos los componentes son muy útiles para una comunidad pequeña que no tiene conexiones con líneas eléctricas o con la red de gas. Al mismo tiempo, el estiércol es abundante porque los habitantes son ganaderos. De este modo pensaron en realizar un tanque de cemento de tres metros cúbicos.
Toda la comunidad está involucrada en el proyecto. Las familias recogen el estiércol y lo llevan a una plaza creada especialmente para ello en el pueblo. No todo el estiércol recolectado se usa para la planta de metano: una parte es para fertilizar los campos de alrededor de Kafulama.
La cisterna se construyó gracias a las contribuciones recogidas por los “Amigos de los Padres Blancos”, la organización sin fines de lucro italiana que apoya los proyectos de los Padres Blancos en África. Las tuberías y la cisterna de gas fue financiada por el Estado de Malawi. El gobierno de Lilongwe está tratando de diversificar sus fuentes de energía, centrándose en aquellas limpias y renovables. Esto permite evitar el fenómeno de la deforestación porque el uso de gas evita el uso de madera para encender el fuego.
Con doce millones de habitantes, entre las cinco naciones más pobres del mundo, en Malawi, el 85% de la población vive en aldeas. La economía de Malawi se basa en la agricultura, que representa alrededor del 40% del PIB del país y proporciona más del 80% del empleo.
Los Misioneros de África son una Sociedad de Vida Apostólica, nacida en África y para África, compuesta por sacerdotes consagrados y hermanos laicos, solidarios con los africanos, atentos a sus problemas y comprometidos con su futuro.
Fieles a su vocación, los misioneros explican que contribuir al trabajo de la agricultura en Malawi significa ante todo comprender y compartir las dificultades de la mayoría de la población y estar a su lado, acompañando a las familias de los campesinos en sus vidas, con un espíritu de proximidad evangélica, ayudándolos a mejorar el uso de la tierra, apoyándolos en su formación profesional y, por lo tanto, en su sustento diario.
En 2018, los Misioneros de África celebran el 150° aniversario: el 18 de octubre de 1868, se abrió en Argel el primer noviciado de la Sociedad de los Misioneros de Nuestra Señora de África, con aproximadamente diez aspirantes. Según las directrices del fundador, el francés Charles Lavigerie , arzobispo de Argel, los futuros misioneros tenían que hablar en árabe, adoptar el vestido blanco de la región , tener contactos frecuentes con los lugareños, alternando el estudio y la oración con el trabajo manual.
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