Kinshasa - La situación sociopolítica, económica y humanitaria en República Democrática del Congo es dramática, pero los jóvenes congoleños no han perdido la esperanza y continúan con la lucha por la democracia y por el bien común. “Después de la caída de la dictadura de Mobutu, -que nos ha esclavizado durante treinta años-, teníamos la ilusión de librarnos de los depredadores y del peso de la pobreza y llegar por fin a un estado de derecho”, señala el padre Simon-Pierre Kakiau, misionero congoleño y teólogo de la Sociedad para las Misiones Africanas . “Sin embargo, -continúa el padre Kakiau-, la realidad congoleña muestra que fue solo un cambio de régimen y que el sistema opresor y la especulación económica han echado raíces. En este contexto, el destino de la juventud congoleña, como el de toda la nación, es incierto. Y hay señales negativas que provocan gran preocupación como la persistencia de la guerra, alimentada por las diversas milicias en el este y en el centro del país; la crisis preelectoral que condujo a la división entre gobernantes y gobernados; la diferencia entre el crecimiento y la inflación; el deterioro de las infraestructuras de transporte y de la calidad de vida ; y la inseguridad y los secuestros en Kinshasa y en zonas controladas por las milicias”. Ante esta trágica situación, “¿cuál será la RDC de mañana? ¿RDC no ha sufrido ya suficiente? ¿Y cuál es el papel de la Iglesia local en esta fase histórica?”, se pregunta el misionero. “En virtud de su misión profética, la Iglesia sigue siendo la única esperanza para los jóvenes. No se limita solo a denunciar la injusticia social sino que también ayuda a los jóvenes congoleños con sus enseñanzas sobre el Evangelio y el servicio social, dándoles la esperanza de un futuro mejor. La Iglesia es una fuerza moral para la nación en este período tan oscuro en la historia de República Democrática del Congo”.
“Después del grave fraude electoral de 2011, -recuerda Fidesel padre Kakiau-, solo la Iglesia declaró abiertamente que las elecciones no estaban en conformidad con la justicia ni con la ley. Desde ese momento, la única palabra que los congoleños escuchan es la de la Iglesia. Gracias al acompañamiento de sus pastores, los jóvenes son conscientes de que su destino y el de la nación está en sus manos”.
El misionero explica que en el pasado se decía que “los demás eran responsables de nuestra pobreza, especialmente los occidentales”. Ahora está en marcha un renacimiento moral de los jóvenes congoleños. La juventud congoleña, a través del acompañamiento de la Iglesia, se siente responsable del destino de su país y está lista, incluso, para el sacrificio. Muchos murieron durante las marchas pacíficas del 31 de diciembre de 2017, del 21 de enero y del 25 de febrero de 2018. Muchos otros siguen en prisión u hospitalizados. “A pesar de la dura represión de la policía, nuestros jóvenes siempre están listos para seguir adelante, para hacer de República Democrática del Congo un estado democrático donde el bien común sea la esencia de cualquier acción política”. En los últimos años los jóvenes congoleños han desarrollado un fuerte sentido de patriotismo, concluye el misionero, que “los hace dispuestos a sacrificarse y convertirse en los protagonistas de su destino. El Evangelio de la esperanza es su guía. Siguen luchando para garantizar un futuro de justicia y paz, por el bien de la nación”.
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