Puerto Carreño – Gran preocupación “por la creciente oleada de migrantes a las ciudades fronterizas como Puerto Carreño y Puerto Inírida” en Colombia, además de la necesidad de poner en marcha “acciones pastorales que ayuden a mantener la esperanza y paliar el sufrimiento de quienes han tenido que abandonar la patria motivados por situaciones ajenas a su voluntad”, así lo han expresado en un "Mensaje conjunto de los Obispos de Colombia y Venezuela" de las zonas de frontera a los largo del río Orinoco.
El documento, publicado por la Conferencia episcopal colombiana con fecha del 10 de abril, recuerda que los los representantes de las diócesis se han reunido en la ciudad de Puerto Carreño el 14 y 15 de marzo para "analizar la problemática social que están viviendo muchos venezolanos” y tratar de ayudar a resolver esta enorme crisis que crece de día en día. “La llegada de ciudadanos de Venezuela no se va a detener” se lee en el mensaje recibido en la Agencia Fides, al menos no a corto plazo, debido a la magnitud de la crisis venezolana , por lo que “las precarias estructuras de acogida y las posibilidades de ofrecer una mínima ayuda” podrían verse desbordadas. Los prelados también advierten de que el crecimiento de inmigrantes está generando inseguridad, desconfianza y en algunos casos xenofobia por parte de algunos habitantes, “muchos han olvidado – recuerdan - que en el pasado Venezuela acogió a cientos de colombianos que buscaron allí un mejor futuro”.
Los obispos manifiestan la necesidad de prestar una atención especial a los niños y jóvenes “que deambulan por las calles mal nutridos, fuera del sistema educativo, en riesgo de prostitución, drogadicción, alcoholismo, explotación, desintegración familiar”. Además de los indígenas “que viven en condiciones de extrema pobreza, con dificultades enormes para acceder a los bienes y servicios”. Todo ello superando las xenofobias “de modo que todos seamos capaces de reconocernos como hermanos, dignos de respeto y solidaridad”. Luego recordando que son los entes gubernamentales quienes deben asumir estas tareas, afirman: “como Iglesia, tenemos la firme voluntad de acoger, escuchar y acompañar a nuestros hermanos venezolanos, de tal manera que puedan vivir con dignidad en este lado de la frontera”.
Por último piden a las jurisdicciones eclesiásticas y a las entidades públicas y privadas que ayuden a incidir positivamente en la promoción integral de la población más vulnerable. Agradeciendo a Caritas Internacional y a la Pastoral Social Nacional su apoyo y solidaridad exhortándolos a “seguir extendiendo su mano amiga”. Durante 2017, sólo la Cáritas Colombia ha atendido a unas 9,200 familias emigradas desde Venezuela, en las diócesis de Cúcuta, Riohacha, Puerto Carreño, Arauca, Barranquilla, Ipiales y Bogotá.
Según datos oficiales en febrero, habían llegado a Colombia para establecerse unos 660 mil venezolanos, sin contar aquellos continúan hacia Chile, Perú o Ecuador, ni los migrantes diarios que buscan cubrir sus necesidades o los colombianos que regresan después de haber emigrado. Y aunque el ingreso promedio diario por los pasos oficiales se ha reducido un 30% durante el mes de marzo y más de 100 mil venezolanos se han beneficiado de la entrada en vigencia del Permiso Especial de Permanencia, la situación interna en Venezuela sigue empeorando, por lo que se prevé que la cantidad de personas que se ven forzadas a salir del país seguirá aumentando.
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