Port Moresby – “Mientras muchos países han abolido la pena de muerte como un acto extremo de violencia hecha en nombre del pueblo e impartido las enseñanzas de la Iglesia Católica, nosotros los Obispos de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón nos oponemos firmemente al uso de la pena de muerte: este tipo de penas no pueden tener lugar en un país cristiano, donde debe prevalecer la verdadera justicia y misericordia. Cuando las ejecuciones se llevan a cabo por el Estado, las personas desarrollan la actitud de que es aceptable responder a la violencia con violencia. Oramos para que el rechazo de esta forma de violencia pública pueda ser un ejemplo y dar lugar al rechazo de la violencia doméstica y todas las formas de violencia en nuestra sociedad”, dicen los obispos de Papua Nueva Guinea y las Islas Salomón en una nueva carta pastoral sobre tema de la pena de muerte.
En 1991, Papua Nueva Guinea volvió a introducir la pena de muerte. En 2013 el Código Penal fue modificado para definir las formas aceptables para hacerlo, aprobando la inyección letal. El gobierno argumentó que “esta era la mejor manera de proteger a la sociedad del repetirse de crímenes terribles”. Precisamente en respuesta a esta legislación política, los obispos de Papua Nueva Guinea y las Islas Salomón en la carta abordan la cuestión de la defensa de la vida, indicando varias razones principales para decir “no” a la pena de muerte.
La primera es que la pena de muerte no proporciona espacio para la rehabilitación, ni disuade de cometer delitos. En segundo lugar, “viola la santidad y dignidad de la vida humana”, que está “al centro de la enseñanza del Evangelio”. Además representa una especie de justificación y de paliativo, ya que “distrae de la necesaria búsqueda para resolver las causas del delito” desde la raíz. Por último, “puede dar lugar a condenas y ejecuciones injustas” en el caso de errores judiciales. La pena de muerte lleva consigo la lógica de la venganza, “matar a una persona que ha matado”, como en la “ley del talión”. Por eso, en una sociedad realmente justa, la pena de muerte no puede tener cabida, concluyen los Obispos (Agencia Fides 13/5/2015
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