Beirut - En el Líbano han suscitado sorpresa, esperanza y expectativas, las breves palabras con las que el domingo 30 de mayo, después del rezo del Ángelus, el Papa Francisco anunció desde la ventana del Palacio Apostólico que da a la Plaza de San Pedro, que el 1 de julio se reunirá en el Vaticano “con los principales líderes de las comunidades cristianas presentes en el Líbano, para una jornada de reflexión sobre la preocupante situación del país y para rezar juntos por el don de la paz y la estabilidad”. El Papa encomendó la intención que ha inspirado la convocatoria de este encuentro “a la intercesión de la Madre Dios, tan venerada en el Santuario de Harissa”, pidiendo a todos que acompañen la preparación de este evento con la oración solidaria, invocando para ese querido país “un futuro más sereno”.
La iniciativa del Papa toma forma mientras el Líbano parece estar sumido desde hace tiempo en una crisis sistemática que pone en peligro la propia existencia de la estructura nacional libanesa. Según fuentes locales contactadas por la Agencia Fides, el anuncio del Papa está suscitando preguntas y reflexiones en los distintos grupos eclesiales para aclarar mejor el alcance y los criterios de la próxima cumbre convocada por el Papa. En primer lugar, en el Líbano se preguntan quiénes y cuántos serán los "principales líderes de las comunidades cristianas presentes en el Líbano" y que el Papa recibirá en el Vaticano el próximo 1 de julio. Los medios de comunicación libaneses dan por sentada la presencia en la reunión del patriarca maronita Béchara Boutros Raï, del patriarca sirio-católico Ignace Youssif III Younan, del patriarca sirio-ortodoxo Mor Ignatius Aphrem II y del patriarca católico de Cilicia de los armenios apostólicos Aram I y del patriarca greco-católico melquita Youssef Absi. El Patriarca de Antioquía de los greco-ortodoxos Yohanna X Yazigi, o su representante, también podría asistir a la reunión, junto con el reverendo Joseph Kassab, presidente del Consejo Supremo de las Comunidades Evangélicas del Líbano y Siria.
Parece excluida la posibilidad de ver a líderes políticos cristianos invitados a la cumbre, dispersos en partidos alineados en frentes opuestos. Además, queda por saber si la reunión ofrecerá la oportunidad de compartir consideraciones generales sobre la condición actual del país y de las comunidades cristianas libanesas, o si la cumbre se centrará en puntos concretos.
Las repercusiones indirectas sobre el contenido de la reunión convocada en el Vaticano podrían provenir también de la eventual evolución de la situación política en el país de los cedros, donde podría desbloquearse la parálisis que impide al primer ministro en funciones, el suní Saad Hariri, formar un nuevo gobierno desde el pasado mes de octubre. Por último, la reunión podría brindar la oportunidad de perfilar con mayor precisión el deseo ya expresado por el Papa Francisco de realizar una visita apostólica al Líbano.
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