Abiyán - En la zona de África Occidental, la cuestión relativa al segmento juvenil de la población es cada vez más preocupante. Niños soldados que han participado en disturbios y guerras civiles, niños explotados en plantaciones de cacao y algodón o que trabajan en sitios de búsqueda clandestina de oro, matrimonios forzados. En los últimos tiempos, por desgracia, el fenómeno de los niños yihadistas también se está agravando. «Según la información proporcionada por el gobierno de Burkina Faso, - escribe a la Agencia Fides el padre Donald Zagore, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas en Costa de Marfil - en la reciente masacre de Solhan, diócesis de Dori , la franja de edad de los niños implicados en el fenómeno está entre los 12 y los 14 años».
«Los niños deben ir a la escuela y no a otra parte, - añade el misionero-. La situación es dramática para el futuro. Al mantener a estos pequeños en dinámicas de violencia y guerra, no sólo hipotecan sus vidas y su futuro, sino también el futuro de estos países. Los jóvenes representan el futuro. ¿Pero de qué futuro podemos hablar cuando lo que constituye la posteridad ya está siendo destruido? La utilización de niños en estos contextos de violencia y depravación moral es un crimen contra la humanidad. Un delito que hay que combatir con la máxima determinación».
El misionero insta a un sentido de responsabilidad por parte de todos ante esta dramática situación en África Occidental. “Las autoridades, los políticos, los religiosos, deben comprometerse en acciones comunes destinadas a defender y proteger los derechos de estas jóvenes víctimas. Hay que poner fin a la explotación infantil en todas sus formas. Trabajar para promover su dignidad en todos los ámbitos, religiosos y políticos, es un imperativo importante”, concluye Zagore.
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