Bagdad - Las Iglesias católicas presentes en los países de Oriente Medio se preparan para consagrar Oriente Medio a la Sagrada Familia de Nazaret, y el Sucesor de Pedro se une a sus hermanos en la fe: renueva su cercanía al dolor y al sufrimiento de los pueblos de esa región, y al mismo tiempo sugiere con palabras de esperanza, el vínculo de predilección que une para siempre a los bautizados de esa parte del mundo al misterio de la historia de la salvación.
El domingo 27 de junio, en una iniciativa promovida bajo el patrocinio del Consejo de Patriarcas Católicos de Oriente Medio, se celebrarán liturgias eucarísticas especiales en los países donde este organismo eclesial ejerce su acción coordinadora para invocar el don de la paz en todo Oriente Medio. Durante estas celebraciones, también se realizará un acto especial para consagrar todo Oriente Medio a la Sagrada Familia. Desde Roma, el próximo domingo, el Papa Francisco también se sumará a la iniciativa, impartiendo una bendición apostólica especial para la Jornada de la Paz en Oriente. Ayer, miércoles 23 de junio, el sitio de información del Patriarcado Caldeo difundió en versión árabe el mensaje con el que el Papa Francisco se sumará al acto eclesial para implorar que Dios Todopoderoso conceda la paz a todo Oriente Medio y consagre esa zona del mundo a la Sagrada Familia. Un gesto que a juicio del Pontífice contribuye también a “preparar los corazones” de cara al encuentro de reflexión y oración por el Líbano convocado en el Vaticano, el próximo 1 de julio por el Papa Francisco, en el que participarán los responsables de las distintas Iglesias y comunidades eclesiales presentes en el País de los Cedros.
En el mensaje papal publicado en la página web del Patriarcado Caldeo, el Obispo de Roma subraya que la Sagrada Familia formada por Jesús, José y María -a la que las Iglesias católicas de Oriente Medio se disponen a consagrarse- tiene un misterioso vínculo con la identidad y la misión de los cristianos de Oriente Medio. José y María protegieron y salvaguardaron el misterio del Verbo de Dios que se hizo carne. Del mismo modo, en la cotidianidad a menudo dolorosa de sus vidas, humilladas e impotentes ante los poderes políticos y religiosos que dominan esas tierras, muchos cristianos de Oriente Medio experimentan el don de reconocer con asombro el cumplimiento de las promesas de Dios. María y José -señala el Papa en su mensaje- tuvieron que huir a Egipto para proteger a Jesús, el Hijo de Dios, de la violencia de Herodes; de forma misteriosa, muchas familias cristianas de Oriente Medio comparten también hoy el destino de la Sagrada Familia, teniendo que huir para salvar a sus hijos de la guerra, el hambre y la violencia. Así, participan de manera singular en la Pasión de Cristo, y dentro de este misterio están también llamados a pregustar de manera igualmente singular el don de la salvación revelado en Jerusalén en la mañana de la Resurrección.
La Consagración de Oriente Medio a la Sagrada Familia -sugiere el Papa en su mensaje- puede acompañar a cada bautizado de los países de esa región a redescubrir la naturaleza íntima de la vocación a la que están llamados quienes llevan el nombre de Cristo en Oriente Medio. No se trata sólo de reclamar el debido respeto a los derechos de los ciudadanos autóctonos, originarios de esas tierras: la cuestión que el Papa Francisco pone ante los ojos y las mentes de los cristianos de Oriente Medio es, sobre todo, la de saborear la propia vocación de testigos y custodios que beben de las fuentes apostólicas de la fe. Una predilección que no separa y menos aún enfrenta a los cristianos de Oriente Medio con los numerosos compañeros de destino, pertenecientes a diferentes comunidades de fe, con los que comparten el camino en la agitada historia de Oriente Medio. En su mensaje, como figura de la convivencia en Oriente Medio, el Papa vuelve a utilizar la imagen-metáfora de la alfombra, tejida por las sabias manos de los hombres y mujeres de esa región del mundo: el tejido que lo constituye, dibujando delicadas y estupendas formas artísticas -escribe el Obispo de Roma- está hecho de la maraña de muchos hilos diferentes, que se convierten en una obra artística precisamente porque están entretejidos unos con otros: y si la violencia, el conflicto y el rencor desgarran uno de los hilos, todos los demás sufren, y todo el diseño se desfigura. Ante el estallido de la ferocidad sangrienta -reconoce el Papa- los planes y acuerdos humanos no pueden hacer nada si no actúa el poder de Dios. Sólo si los corazones son sanados por la obra consoladora del Espíritu Santo, como sucedió con los hombres y mujeres santos que florecieron en las diferentes tradiciones eclesiales de Oriente, se podrá superar el miedo de los discípulos de Cristo, y la luz de la fe recibida como un don podrá volver a iluminar el camino de los pueblos que comparten la común descendencia de Abraham, Padre de todos los creyentes. A la luz de estas consideraciones, el Papa invita a todos los católicos a vivir la profecía de la fraternidad humana, que prefiguró en el documento firmado en Abu Dhabi junto al Gran Imán sunita Ahmed al Tayyieb y que luego volvió a proponer en la Encíclica “Hermanos Todos” y en el encuentro en Najiaf con el Gran Ayatolá chiita Ali al Sistani. Por este camino -sugiere el Sucesor de Pedro- los bautizados católicos están llamados también en Oriente Medio a ser la “sal de la tierra” en el tejido de la vida social y política, trabajando para que prevalezca el bien común, según las enseñanzas del magisterio social de la Iglesia, en un momento en el que se celebra el 130 aniversario de la publicación de la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII.
Al concluir su mensaje, el Pontífice imparte la bendición apostólica a todos los que participarán, también a través de las redes sociales, en las celebraciones litúrgicas previstas para el domingo 27 de junio, durante las cuales todo Oriente Medio será consagrado a la Sagrada Familia de Nazaret.
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