Monza – “Recordamos a Aung San Suu Kyi en nuestras oraciones para que, con la bendición de Dios, tenga buena salud y se cumplan los deseos de su corazón”, dice la hermana Beatriz, religiosa birmana residente en Italia, originaria de Myitkyina, capital del Estado de Kachin. Si aún quedaban dudas sobre cómo está viviendo la comunidad religiosa birmana en Italia lo que está ocurriendo en Myanmar desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero, la jornada del sábado 19 de junio, que corresponde al cumpleaños de Aung San Suu Kyi, las ha disipado por completo.
El lugar del encuentro ha sido el Seminario Teológico Internacional del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras de Monza, una antigua estructura dentro de un gran parque y dirigida por el padre Gianni Criveller. La cita ha tenido lugar para festejar la celebración de la ordenación de dos nuevos sacerdotes birmanos, Gregorio Ba Oo y Columban San Li, misioneros del PIME que han celebrado su primera misa en lengua birmana. Han estado presentes religiosas, sacerdotes, seminaristas y laicos que se han reunido en el gran parque escuchando los cantos de las hermanas birmanas as de la Reparación.
La Madre Beatriz ha introducido la función en “un día de alegría, de gracia y de gratitud porque el Señor nos ha bendecido de manera especial dándonos dos sacerdotes para hacernos vivir en su plena presencia”. La hermana Beatriz vive desde hace más de 15 años en Italia, pero su afecto por su país nunca se ha desvanecido: “No podemos dejar de recordar a nuestro querido país – ha comentado - que está en lágrimas por el dolor de la pérdida de sus hijos, por los niños que han perdido a sus seres queridos, por los niños que huyen, por los niños del campo de guerra que trabajan para superar la maldad de los hombres que lo gobiernan con crueldad y violencia”.
El ambiente en Monza ha sido sereno y aunque la violencia pesaba en los corazones de los presentes, esa algo lejano. Muchas religiosas -la mayoría de ellas de Myanmar- se han vestido con los trajes tradicionales de sus pueblos de origen. Lin, una cocinera que trabaja en Bérgamo, llevó dos pasteles gigantescos: el primero representa a los dos nuevos sacerdotes. El segundo a Aung San Suu Kyi.
Por un momento, Myanmar olvidó su dolor y, conectado a través de Internet en muchos lugares del planeta, celebró a la líder que dirigió la joven y frágil democracia birmana durante cinco años. El juicio de la dirigente comenzó hace una semana con acusaciones que carecen de pruebas fácticas y sin que la mujer pudiera reunirse con su equipo de defensa más de dos veces. Pero en todo el mundo no faltan defensores y partidarios, y el clero católico birmano en Italia reza por ella y la lleva en el corazón.
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