Kikolo – “Un documento de identidad es algo de gran valor, porque sin él no existes para el Estado y la sociedad”, así comienza la historia enviada a la Agencia Fides por el padre Renzo Adorni, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas, misionero en Angola. “Es un servicio para nuestra gente, que permite tener una identidad a muchos campesinos que emigraron a la ciudad desde el campo. Personas que hasta ahora han seguido viviendo como en su aldea, donde no necesitaban carnet de identidad porque todos conocían a todos. Hasta el 22 de diciembre se han registrado unos 7.700”.
“Este precioso servicio que la Iglesia Católica está ofreciendo a la población del distrito de Kikolo, periferia norte de Luanda - dice el misionero que trabaja en la parroquia Bom Pastor – ha sido posible gracias al gran compromiso de nuestros jóvenes de la Comisión de Justicia y Paz. De hecho, el 6 de enero con ellos y en colaboración con la autoridad provincial, retomamos las actividades para dar de alta a muchas personas indocumentadas en el registro civil”.
Con respecto a la pandemia, el p. Adorni destaca el hecho de que, en el país, si no mueres por Covid, mueres por las consecuencias económicas, familiares y sociales. “La mayoría de los aproximadamente 7 millones de Luanda viven en los suburbios pobres. Personas y familias que ya han sufrido largas crisis económicas y los efectos de la corrupción, con empleos inseguros, salarios muy bajos, poca o ninguna protección social, sobreviven entre el pequeño comercio en el mercado, sin saber si tendrán algo mañana y esperando que la malaria, el tifus, la tuberculosis, los tumores, las infecciones diversas y la brujería no les complican una vida ya difícil”.
La situación social no es reconfortante, como explica el misionero: “desde hace unos meses hemos visto cosas que nunca antes se habían visto: jóvenes, que no aguantan más, y salen a la calle a protestar. A finales de noviembre, algunos jóvenes incluso subieron al gran monumento dedicado al 'Padre de la Independencia', Agostinho Neto. A pesar de la polémica y de algunos jóvenes que terminaron en prisión, no fue en vano: el presidente João Lourenço se reunió con los representantes de los manifestantes”.
El padre Renzo concluye su testimonio contando que desde el día de Navidad hasta el domingo 3 de enero pudieron celebrar misa, siempre con todas las medidas preventivas. “Hace unos meses que estamos celebrando en el patio, así que hay más espacio, es más saludable y además es más fácil observar distancias allí. Además, durante todo el mes de diciembre muchas personas pudieron acercarse a la Confesión. Debido al toque de queda - continúa - Jesús tuvo que nacer a las 16.30 este año. La vigilia nocturna de Año Nuevo estaba prohibida y la misa siempre se celebraba a las 4 de la tarde durante la cual distribuimos una oración a las más de 300 familias presentes para que la recitaran todos juntos en casa. El día de la Epifanía del Señor me sorprendió gratamente la gran cantidad de fieles para la presentación al Señor de los niños nacidos en 2020”.
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