Haifa - Más de 5.000 cristianos participaron en la tradicional procesión en honor a Nuestra Señora del Monte Carmelo, popularmente conocida como Taalat al-Adra, la Ascensión de la Virgen. A lo largo de los dos kilómetros y medio que van desde la parroquia latina de Haifa hasta el monasterio carmelita Stella Maris, ubicado en el Monte Carmelo, fieles de todos los ritos caminaron juntos recitando oraciones y cantando himnos a Nuestra Señora. "Este año la animación corrió a cargo de jóvenes universitarios y grupos vinculados a los focolares y los carismáticos. También había un coro de Beit Sahour”, explica el padre Carmelita Mikhael Abdo Abdo OCD, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Tierra Santa. “También asistieron cientos de trabajadores inmigrantes filipinos, indios y otros africanos y asiáticos, junto con peregrinos de Europa. Había además muchos judíos y musulmanes repartidos a lo largo de la procesión. El arzobispo Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén; el arzobispo Leopoldo Girelli, nuncio apostólico en Israel; y el padre Saverio Cannistrà, padre general de los carmelitas descalzos, participaron en la procesión.
La procesión es un gesto de devoción popular que tiene profundas raíces en las vidas de los cristianos de Tierra Santa. “En tiempos de la Primera Guerra Mundial, turcos dieron a los padres carmelitas tres horas para abandonar el monasterio en el monte Carmelo. Salieron solo con unos pocos documentos del archivo y la estatua de la Virgen. Después de la guerra, en 1919, se realizó la primera procesión para restaurar la estatua de la Virgen al monasterio, que también se vivió como un acto de acción de gracias”, explica el padre Abdo. En el pasado asistían más personas pero ahora los límites a la libertad de movimiento hacen imposible que aquellos que alguna vez vinieron del Líbano participen.
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