Salto - "La evangelización del mundo no es imposible. Jesucristo no nos engañó", subrayó el obispo de Salto, mons. Fernando Gil, durante la celebración de la Misa Crismal que presidió ayer en la parroquia de San Benito de Palermo y Nuestra Señora del Rosario de Paysandú. En la misa, concelebrada por todos los sacerdotes de la diócesis, el obispo bendijo los aceites sagrados, los sacerdotes renovaron sus compromisos sacerdotales y un joven fue admitido como candidato al sacerdocio.
Según la información publicada por la Conferencia Episcopal Uruguaya, recibida por la Agencia Fides, el obispo, refiriéndose a la unción del espíritu que reciben los sacerdotes en el sacramento del Orden, advirtió de dos tentaciones: "apropiarse de lo sagrado como si fuera nuestro producto" y "caer de alguna manera en la negación del don que Dios nos ha dado, secularizando la gracia y el ministerio confiado. Cada época histórica tiene sus propias inclinaciones y tendencias. Al mismo tiempo, cada fase de nuestra vida -si sabemos mirarla con sinceridad- ha tenido sus tentaciones, sus caídas, sus pecados y sus gracias", subrayó.
Luego mons. Gil recordó que los sacerdotes son "hombres ordinarios" y, al mismo tiempo, "personas elegidas por Dios, a quienes por la imposición de manos se confiere la gracia del Espíritu Santo. Hoy el mundo que tenemos que evangelizar se ha vuelto difícil y complicado -añadió-, pero Cristo, el Ungido de Dios, no vino a un mundo fácil, vino precisamente porque era difícil". Su trabajo era 'ungir' al mundo con el espíritu de Dios. No importa que parezca dañado. El mundo, obra del espíritu de Dios, a pesar de toda la carga del pecado, lleva siempre la huella del espíritu creador, y anhela y clama su presencia.
"La evangelización del mundo no es imposible. Jesucristo no nos engañó. Para lograrlo, él, el Ungido de Dios, se dignó ungirnos con su propio espíritu, para que pudiéramos ser sus colaboradores en esta misión". Pidamos, pues, a Dios Padre que renueve en nosotros el espíritu de santidad con el que hemos sido ungidos - concluyó el obispo de Salto - La unción puede llegar a todos, especialmente -como nos pide el papa Francisco- las "periferias"... Qué nuestro pueblo se sienta `discípulo del Señor' y reciba, con nuestras palabras y acciones, ese aceite de alegría que vino a traer a Jesús, el Ungido de Dios", dijo mons. Gil .
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