Tarso - La pandemia del Covid-19 se ha llevado a otra silenciosa y querida sierva de la caridad de Cristo en suelo turco: el lunes 11 de enero, debido a los contagios que se están cobrando víctimas en toda Turquía, también ha dejado este mundo la hna. Maria Concetta Mustacciu, de la Congregación de las Hijas de la Iglesia, que desde 2013 vivía en Tarso, ciudad de Sao Pablo, como madre superiora de la pequeña comunidad “Mater Gentium” . De originaria de la isla de Cerdeña, antes de expatriarse a Turquía la hna. Maria Concetta había vivido su vocación religiosa durante muchos años al servicio de las comunidades parroquiales en la ciudad italiana de San Remo. Luego accedió sin reservas a la solicitud de iniciar una nueva y única aventura misionera en la ciudad natal del Apóstol de los paganos.
En Tarso, en la actualidad, no hay comunidades cristianas. La hna. María Concetta, con sus dos hermanas, hablaba sobre Jesús a los visitantes y turistas que llegaban a visitar la iglesia-museo dedicada a San Pablo, ofreciendo hospitalidad y ayuda preciosa también a los grupos de peregrinos cristianos que viajaban a esa ciudad del sur de Turquía siguiendo los pasos del Apóstol, y pidiendo celebrar la liturgia eucarística en el lugar de culto que lleva su nombre.
La hna. María Concetta, junto a sus hermanas de comunidad, únicas cristianas en Tarso, custodiaba con su presencia, su oración diaria y su caridad silenciosa los “lugares paulinos”, en la cuna del gran misionero llamado por el mismo Cristo a anunciar el Evangelio a las gentes. Testigo del amor de Cristo en medio de un pueblo de fe musulmana, ella ayudaba sin descanso a los pobres de la ciudad, más necesitados aún por la pandemia, distribuyendo ropa que ella misma limpiaba y remendaba, junto con paquetes de comida de Cáritas Turquía. Su vida cotidiana, compartida con sus hermanas ancianas, sugiere de manera luminosa cuál es la fuente que nutre toda auténtica aventura apostólica. “¿Qué estamos haciendo aquí?” decía la hna. Maria Maria di Meglio en 1993, nada más de llegar a Tarso para comenzar la nueva misión encomendada a las Hijas de la Iglesia. “Podríamos hacer tanto bien en África o Sudamérica - agregaba la Hermana María - como tantas de nuestras heroicas hermanas… pero si nos alejáramos de Tarso, la lámpara frente al Tabernáculo permanecería apagada. Sí, estamos aquí para mantener esa luz encendida”.
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