Ciudad de México – “La iniciativa aprobada no tiene en cuenta el daño a la salud derivado del creciente uso de la marihuana, no considera los efectos en las familias causados por los jóvenes que consumen drogas, ni ayuda a inhibir o reducir la exposición a las sustancias estupefacientes. Vemos el signo de una política de Estado que ignora a los débiles y descarta a los que deberían estar más protegidos. La legalización de una droga, sea esta u otra, significa dar la espalda e ignorar las necesidades reales de la sociedad, más aún en el contexto actual de la pandemia de coronavirus, la crisis económica y la crisis de seguridad”. La Conferencia Episcopal de México así lo escribe en una nota enviada a la Agencia Fides.
El 19 de noviembre, el Senado mexicano aprobó una ley que legaliza ampliamente el “uso recreativo” y la comercialización del cannabis, el cáñamo y sus derivados. Ahora está siendo examinada por la Cámara de Diputados. La Conferencia Episcopal Mexicana, en un comunicado difundido ayer domingo 22 de noviembre, lamenta lo que se denomina como “uso recreativo” y subraya que “ha faltado un debate público pluralista y, sobre todo, escuchar a especialistas en el tema”.
“Este hecho suscita preocupaciones legítimas, - subrayan los obispos -. En cuanto al uso recreativo de la marihuana y de otros productos psicoactivos derivados del cannabis, los profesionales de la salud y muchas personas que los han consumido atestiguan que su uso, en cualquier cantidad y composición, reduce significativamente el control sobre las propias acciones y pone al consumidor en grave peligro para sí mismo y para los demás”.
Aunque los impulsores de la iniciativa han elaborado unas normas que limitan su uso y producción, el comunicado de los obispos subraya que “el problema no es establecer normas y condiciones para el uso de la marihuana”, sino que ya no se piensa en el bien de los demás como un bien para nosotros. “Se abandona una política de promoción y protección de la salud para satisfacer los intereses de unos pocos. La salud y el bien común dejan de ser un bien prioritario para dar paso a los gustos de las personas, aunque puedan causar daños a terceros. Las reivindicaciones de unos pocos de libertad sin responsabilidad son más importantes que el bien general de la salud. Estos hechos ponen en tela de juicio los criterios que orientan a las autoridades a la hora de abordar cuestiones que implican un equilibrio entre la libertad del individuo y la responsabilidad que tenemos en la sociedad. Ahora hablamos de cannabis, mañana habrá otros temas donde pocos pueden afectar el bienestar de todos”.
Los obispos exhortan a todos los mexicanos a “asumir una posición responsable ante las consecuencias que conlleva esta posible legalización”, invitan especialmente a los adolescentes y jóvenes “a no dejarse llevar por la permisividad que suscitan estas normas”, a todas las personas “a conocer consecuencias que el consumo de cannabis provoca en la salud”, y a reflexionar sobre los objetivos profundos de esta propuesta y sobre las implicaciones que estas decisiones tienen en otros ámbitos de la vida humana y la sociedad.
En su comunicado animan a los responsables de la educación y la salud de las estructuras estatales y eclesiales, “a proponer campañas de información sobre las adicciones y las consecuencias de los estupefacientes, para promover la conciencia y el comportamiento responsable”. Por ello, hacen un llamamiento a los congresistas para que modifiquen la iniciativa para privilegiar la salud y la seguridad pública, así como el bienestar de los ciudadanos y las familias. Finalmente, invitan a los fieles ya la sociedad en general, “a participar activamente y colaborar con los legisladores para encontrar soluciones reales a los problemas reales que subyacen al complejo problema de las drogas, que tiene ramificaciones que van más allá de nuestras fronteras”.
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