Minya - El pueblo de al Barsha, en la gobernación egipcia de Minya, el jueves 26 de noviembre volvió a ser escenario de agresiones sectarias perpetradas contra miembros de la comunidad copta ortodoxa local. Grupos de asaltantes de inspiración islamista, atacaron la iglesia, algunas casas y comercios de cristianos coptos con piedras y cócteles molotov. Algunas de las tiendas atacadas también fueron saqueadas. Una anciana copta fue hospitalizada por quemaduras sufridas en el incendio de su casa.
Los ataques comenzaron después de que un joven copto publicó un artículo en su cuenta de Facebook considerado ofensivo contra el islam y el profeta Mahoma. La intervención policial para sofocar los enfrentamientos condujo al arresto de unas 100 personas, incluidos 35 coptos.
El general Osama Al Qadi, gobernador de la provincia de Minya, convocó inmediatamente una reunión con una representación de notables del pueblo y de la región para encontrar una solución oportuna a la crisis y poner fin a estos ataques sectarios. Al encuentro, celebrado en una escuela de la ciudad de Mallawi, también asistieron representantes del Comité de Reconciliación y Dotaciones Religiosas, la Universidad de al-Azhar, la Iglesia Copta y la Casa de la Familia Egipcia, organismo interreligioso creado para prevenir los conflictos sectarios. El Gobernador se refirió a las oportunas medidas que se dictarán contra “quien ofenda a otros”, reiterando que “a nadie se le permitirá sembrar discordia entre personas que pertenecen a una misma nación”, y también invitó a los imanes a centrar sus sermones en las mezquitas en temas de convivencia y tolerancia. A pesar de estos llamamientos, a través de las redes sociales se siguen difundiendo proclamas que fomentan el enfrentamiento entre musulmanes y cristianos coptos, instigando nuevos ataques sectarios.
En el pasado, incidentes similares a los recién registrados en al Barsha se han superado a través de los llamados “encuentros de reconciliación”, reuniones públicas organizados por las autoridades locales en los que miembros de diferentes comunidades religiosas llevan a cabo actos públicos de reconciliación. En los últimos tiempos, varias organizaciones han cuestionado la eficacia de esta práctica.
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