Brasilia – “Estamos en un momento de muchas preguntas y nos toca a nosotros escuchar lo que el Espíritu tiene que decir a la Iglesia en este contexto”, explican los obispos brasileños, invitando a reflexionar sobre la presencia y misión de la Iglesia en la realidad de país, con un mensaje de esperanza y cercanía en el contexto del coronavirus.
“Este año estalló inesperadamente la pandemia de COVID-19 alterando nuestra rutina, revelando otras enfermedades de nuestro tiempo y provocando un gran impacto en el sistema de salud, la seguridad, los sistemas productivos ya frágiles, la educación, la familia y la vida social y religiosa en general”. Por ello, subrayan en su mensaje que “esta prueba ha propiciado importantes oportunidades para la vida y el anuncio del Evangelio” y reconocen “el compromiso de muchas comunidades cristianas que han sido creativas para mantener su acción evangelizadora, especialmente a través de las redes sociales”. “La Iglesia doméstica se ha fortalecido como Casa de la Palabra, del Pan, de la Caridad y de la Misión”, así como “el protagonismo de los laicos y, sobre todo, de las mujeres en la promoción de la Iglesia en sus hogares”, escriben.
“Nos impulsa el Evangelio a perseverar en la caridad”, prosiguen, señalando que, en las parroquias, comunidades eclesiales misioneras e instituciones religiosas de todo el país, “se han multiplicado las redes de solidaridad en defensa de la vida”, se ha activado la solidaridad para las personas en situación de vulnerabilidad social en el contexto de la pandemia, y junto con otras realidades de la sociedad civil, estamos tratando de hacer realidad el Pacto por la vida y por Brasil, invitando a toda la sociedad a no dejar a nadie atrás en este período de pandemia”.
Inspirándose en la encíclica “Fretelli tutti” del Papa Francisco, los obispos brasileños exhortan: “debemos escuchar el grito de las familias, trabajar por una economía más atenta a los principios éticos, ofrecer una política mejor que no se desvíe del bien común”. “Hay una necesidad urgente de combatir el racismo oculto, que no deja de reaparecer”. Es necesario “garantizar la vida desde la concepción hasta la muerte natural, preservar el medio ambiente y trabajar en defensa de las poblaciones vulnerables, especialmente de indígenas y de quilombolas”. Los obispos están preocupados por el aumento de distintas formas de violencia, también el feminicidio, e invitan a que “como discípulos misioneros, crezcamos en este momento difícil comprometidos con la eliminación de las desigualdades y la reivindicación de la injusticia”.
En la parte final del mensaje, piden a Dios que acoja en su seno a los fallecidos en este período, que dé consuelo y paz a las familias en duelo, que bendiga a los incansables trabajadores de la salud, a los maestros y a todos aquellos que trabajan en los servicios esenciales, así como a los sacerdotes, diáconos permanentes, consagrados, laicas y laicos “para que se sientan animados”. “El Adviento es el momento de renovar nuestra esperanza. Confiados, afirmamos que la fe en Cristo nunca se ha limitado a mirar hacia atrás o solo hacia arriba, sino que siempre ha mirado hacia adelante. No os desaniméis, no estamos solos. El Señor está con nosotros”, concluyen.
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