Tashkent - "Si tuviera que hacer balance de los últimos diez años, diría que la Iglesia uzbeka no ha crecido tanto en número como en composición de personas, porque muchos han emigrado y al mismo tiempo han llegado nuevos grupos de fieles. Pero, sobre todo, la conciencia de los católicos ha cambiado: son más maduros y responsables. Hace diez años no teníamos laicos que se pusieran al servicio de la comunidad. Hoy, en cambio, ayudan a organizar las diversas actividades pastorales, como la catequesis para niños o los ejercicios espirituales para adultos". Así lo refirió a la Agencia Fides el administrador apostólico de Uzbekistán, el franciscano polaco Jerzy Maculewicz, OFMConv.
"La nación entera está experimentando una fase de crecimiento. Desde el pasado 1 de febrero, por ejemplo, 45 estados han recibido permiso para entrar en Uzbekistán sin visado. Esto da a muchos la oportunidad de venir a visitarnos: recibimos grupos de peregrinos que, acompañados por sacerdotes, quieren conocer la conocer la realidad de nuestra Iglesia y conocer la cultura local", dijo el franciscano.
En esta parte de Asia Central hay un intenso diálogo interreligioso e intercultural, favorecido por años de coexistencia pacífica entre diferentes grupos étnicos: "Hay más de 100 comunidades étnicas, probablemente porque Uzbekistán era el corazón de la ‘Ruta de la Seda’ y muchos, de paso, decidieron quedarse. La gente está acostumbrada a estar con gente de otras culturas y por esta razón no hay fermentos extremistas. Vivo en este país desde hace 14 años y nunca he conocido a nadie que pudiera ser considerado agresivo. Por el contrario, mucha gente está interesada en nuestra fe", añadió el religioso.
En Uzbekistán, la fe católica es reconocida como una "religión tradicional", junto con las religiones islámica, ortodoxa, luterana, armenia y judía: "Por esta razón, el cristianismo se percibe como profundamente arraigado en la historia del país. Esto nos ayuda, porque somos conocidos y respetados, y los representantes de otras religiones no tienen ningún problema en participar en nuestras iniciativas".
Hace unos días, un nuevo sacerdote vino a servir en la parroquia de Samarcanda, que hasta el mes pasado sólo contaba con la presencia de un religioso que no era sacerdote. En total son 8 sacerdotes y 4 religiosos: "Como estamos en un país extranjero y somos pocos, tratamos de sentirnos menos solos viviendo 4 días al mes todos juntos en Tashkent. De esta manera podemos orar, estar juntos, hablar, confesarnos unos a otros", explicó el padre Maculewicz.
La comunidad de fieles, en cambio, cuenta con poco más de 700 católicos activos en las grandes ciudades, a los que se añaden otros distribuidos en pequeños pueblos: "Hay pocos uzbekos, la mayoría de los fieles son inmigrantes. Tenemos todos los grupos de edad, aunque son principalmente los jóvenes y las personas de mediana edad quienes se acercan a la Iglesia y hacen preguntas sobre su camino espiritual. A veces nos contactan personas que descubren que sus antepasados eran de origen católico y que quieren formar parte de nuestra comunidad. Son acogidos con gusto porque el Espíritu Santo también puede actuar de esta manera", concluyó el franciscano. .
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