Canelones - En el país con el menor número de católicos de América Latina , el impulso misionero es un desafío para dialogar con la sociedad y la mayor participación de los laicos. Es lo que sostiene el padre Leonardo Rodríguez, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Uruguay.
“La eclesiología del pueblo de Dios, que nos hace a todos corresponsables de la misión, es la clave de la misión en nuestro país”, subraya el sacerdote. Por este motivo, y considerando que 2019 será también año electoral en Uruguay, las OMP y los obispos uruguayos han establecido, de cara al Mes Misionero Extraordinario de octubre, unos objetivos “muy concretos y realistas”. Entre ellos, fortalecer el departamento para las misiones de la Conferencia Episcopal, promover en las comisiones episcopales la misma visión de la misión en la Iglesia y concluir el período pastoral de tres años canalizando todas las energías hacia el Mes Misionero Extraordinario.
Las actividades relacionadas con la campaña electoral y las elecciones dificultarían la participación en los principales eventos eclesiales, por lo que se decidió apuntar a un “cambio de mentalidad” en el enfoque de la misión de la Iglesia. La oportunidad brindada por el Mes Misionero Extraordinario se aprovechará para “fortalecer el departamento misionero de la Conferencia Episcopal y sus objetivos, con programas simples y concretos”, explica el padre Rodríguez. El objetivo es formar la conciencia misionera de acuerdo con las indicaciones del Papa Francisco y de acuerdo con las directrices de la instrucción Cooperatio missionalis, “un documento de 1998 aún vigente”, dice el sacerdote.
En Uruguay, el Director Nacional de las OMP es también el Secretario del Departamento Misionero de la Conferencia Episcopal, así que también en las visitas a las diócesis el padre Leonardo es quien se reúne con los obispos y sus equipos misioneros. En estas ocasiones, ayuda a analizar y concretar los planes misioneros adecuados a las necesidades y oportunidades del lugar, pero sobre todo para concertar “una misma forma de ser Iglesia en salida”. No se trata de dar una huella misionera a las actividades pastorales, sino de mejorar la inserción de los laicos en la sociedad y de sostener su acción evangelizadora.
“En la jerarquía a veces hay temor de abrir posibilidades para los laicos, especialmente los jóvenes, para que creen espacios adecuados para la misión”, observa el sacerdote. “Los sacerdotes y los obispos tienden a clericalizar a los laicos, colocándolos en estructuras eclesiales y pensando que eso es un éxito pastoral. Pero el verdadero éxito en la misión laica es su acción en la sociedad donde viven y donde pueden hacer fermentar el Evangelio. De lo contrario nos convertimos en una Iglesia autorreferencial”. Para el padre Leonardo Rodríguez es “un gran cambio de mentalidad” y al mismo tiempo “un largo camino que recorrer”.
En Uruguay, concluye el padre Rodríguez, la clara y antigua separación entre el Estado y la Iglesia, al igual que el ambiente laico y, a menudo, laicista, ha significado que la Iglesia sea “muy libre, pobre y sencilla”, donde las parroquias generalmente tienen “poca fuerza pastoral” y son “misioneramente frágiles”. Por lo tanto, tratamos de estimular la creatividad a través de diferentes experiencias y facilitamos a los laicos la posibilidad de “mantener el vínculo de amistad y fe con Jesucristo”, el primer evangelizador y modelo de evangelización.
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