Daejeon - El “Mes Misionero Extraordinario” renovará el ímpetu apostólico en la comunidad católica coreana y será un impulso para continuar la proclamación del Evangelio, que en Corea tiene su origen en la experiencia de los mártires. Así lo explica a la Agencia Fides Augustine Han, un sacerdote de la diócesis de Daejeon, que recuerda la historia y la actualidad de la evangelización de la Iglesia en Corea. “Nuestra historia recuerda el pasaje del evangelio de Mateo cuando dice: “El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra ;y duerme, y se levanta de noche y de día, y la semilla brota y crece como él no sabe ”, recuerda el sacerdote.
Para esta ocasión, don Augustine traza la historia del florecimiento del cristianismo en tierras coreanas: “A fines del siglo XVIII, algunos eruditos entraron en contacto con libros bíblicos y con 'el verdadero significado del Señor del Cielo' por Matteo Ricci, en chino , y comenzaron a estudiar por su cuenta la doctrina de la Iglesia. Conquistados por la verdad explicada por Ricci, enviaron a uno de ellos a Pekín para que fuese bautizado. Posteriormente llegaron a Corea misioneros chinos y franceses, muchos de los cuales fueron martirizados por profesar la fe valientemente. Algunos de ellos fueron asesinados pocos meses después de su llegada a la península de Corea, lo que significa que fueron asesinados 'in odium fide' después de viajar durante más de un año, cruzando los océanos. Muchos en el momento del martirio tenían solo treinta años".
“En ese momento - continúa el sacerdote – habría sido muy difícil imaginar que la Iglesia en Corea alcanzaría, siglos más tarde, un número substancial de personas que profesan la fe católica, 5 millones, como en la actualidad. Hoy en día es una iglesia que envía a más de mil misioneros entre sacerdotes, religiosos y laicos, a los cuatro rincones del mundo”. Don Augustine señala: “A pesar de que los misioneros fueron martirizados habiendo realizado muy poco tiempo de evangelización, su sacrificio no fue en vano. Ellos fueron los hombres que pusieron las semillas del Evangelio en tierra coreana. Los frutos de las semillas no se ven inmediatamente después de la siembra. La misión de Jesús, así como la de los misioneros al ir a tierras lejanas, no es la de implementar un gran proyecto de carácter humano, sino la de hacer la voluntad de Dios en su propio camino, confiando totalmente en la providencia de Dios. Hoy nosotros los cristianos coreanos, preparando y viviendo el Mes extraordinaria misionero, tenemos que tener esta confianza en la providencia de Dios, como una base sólida de toda nuestra actividad evangelizadora. Dios es el Señor de la historia, quiere la salvación de todos los hombres y los atrae a a través de la colaboración de cada bautizado, en su Providencia”.
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