El Cairo – El joven egipcio Ahmed Said al-Sonbati, que el jueves 13 de octubre asesinó y apuñaló al sacerdote Samaan Shahata en una calle periférica de El Cairo, no es una persona que padece una enfermedad mental, sino un delincuente que la policía ya conocía por sus precedentes actos de violencia. Anba Stephanos, obispo copto ortodoxo de Beba, al Fashn y Samasta, recuerda las revelaciones de los medios egipcios que interpretaron el asesinato del sacerdote como un acto violento cometido por una persona mentalmente inestable. Esos artículos en realidad fueron acreditados por las mismas fuentes oficiales del Ministerio del Interior, que han atribuido condenas penales previas, como intentar quemar su propia casa o violencia física cometida contra su propio padre, para dar fe de su estado de “trastorno mental”.
El sacerdote copto Samaan Shetata, casado y padre de tres hijos, perteneciente a una diócesis del Alto Egipto, se encontraba en El Cairo para recaudar fondos en beneficio de los pobres de su región cuando Ahmed Said lo atacó y lo asesinó en la calle al-Sonbati.
Después del asesinato, el obispo copto ortodoxo Rafhael, secretario del Santo Sínodo de la Iglesia copta ortodoxa, emitió una declaración en la que, entre otras cosas, lamentaba el hecho de que muchos criminales y terroristas que son artífices de violencia contra los cristianos no han sido castigados de ningún, y otros han sido liberados poco después del arresto. Esta anomalía, - ha subrayado Anba Raphael-, contribuye a difundir la impresión de que los crímenes contra los ciudadanos cristianos permanecen impunes.
Publicar un comentario