Temuco – “En estos días nuestra región, profundamente golpeada por la pandemia, la pobreza y la falta de oportunidades, la polarización, el incumplimiento de las promesas al Pueblo Mapuche y el sentimiento de abandono por lo que consideran falta de Estado, se ha visto conmocionada por nuevos hechos de gravísima violencia que están siendo investigados”: así lo escribe el obispo de Temuco, Monseñor Héctor Vargas, en una declaración del 9 de enero recibida también en la Agencia Fides, en la que denuncia los últimos hechos de violencia en la Araucanía.
En la última Asamblea de la Conferencia Episcopal de Chile, celebrada en noviembre, los obispos ya habían recordado “la herida permanente que sangra en la región de la Araucanía” .
Estos últimos actos de violencia se suman a cuántos en el mundo rural “han perdido la vida, resultado heridos o violentados en sus derechos, por acciones indiscriminadas sin importar edad, género, raza ni condición social”. El obispo subraya que las consecuencias de tales actos son devastadores en muchos sentidos y algunas secuelas durarán de por vida, recordando que el pecado más grande que existe es el de abogarse el derecho de poner fin a la vida de otro ser humano. “Esta será siempre la base de las grandes violencias, que solo podrá acarrear nuevos y graves males. La historia enseña que la violencia nunca será el mejor camino para auténticas transformaciones, debida justicia y sana convivencia social, menos si es irracional, indiscriminada y contra inocentes”.
En Araucanía, continúa explicando el obispo, parte de esto tiene su origen en profundas injusticias y conflictos políticos, ideológicos, sociales y económicos de larga data, que ni la sociedad en su conjunto, ni la propia institucionalidad democrática han sido capaces resolver. “Junto con el Papa Francisco, nos asiste la convicción que solo la fraternidad genera paz social, porque crea un equilibrio entre libertad y justicia, entre responsabilidad personal y solidaridad, entre el bien de los individuos y el bien común. Por ello nuestra comunidad política, tiene la obligación inexcusable de favorecer todo esto con trasparencia y responsabilidad”.
El obispo reitera su cercanía al dolor de las víctimas de ayer y de hoy, invitando a no endurecer nuestros corazones con odio, resentimiento o venganza, sino a esperar con paciencia, en el consuelo de Dios y su justicia. Por último, recordando las palabras del Papa Francesco, “la vida es el arte de una cultura del encuentro”, Monseñor Héctor Vargas pone de relieve que “se trata de construir la sociedad desde otra lógica, en que aceptando el gran principio de los derechos que brotan de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra política, en otra humanidad, y otra Araucanía”.
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